¿40 y 20?: Algunas los prefieren mucho más jóvenes

Por Biut y Agencias

¿Hay que darle tanta importancia a la diferencia de edad? ¿Qué sucede cuando un hombre, digamos diez o más años menor que su esposa, quiere procrear un hijo? ¿Y qué pasa con una mujer profesional, con independencia financiera, que está lista para retirarse y disfrutar de unas vacaciones permanentes cuando su marido más joven todavía tiene años de trabajo por delante?

Pepper Schwartz, experta de la AARP, organización que representa a personas de más de 50 años, sobre sexo y relaciones, y profesora de sociología en la Universidad de Washington en Seattle, diferenció entre las mujeres que frecuentan a hombres más jóvenes y las que se casan con ellos.

“Una sale con alguien durante un tiempo y le resulta la mar de divertido, pero otra cosa es decir ‘Bueno, vamos a hacer nuestro nidito para siempre'”.

A veces, la edad no tiene importancia alguna, afirmó. Pero en otros casos, empieza a incidir años después en el matrimonio.

“Algunas veces la diferencia no afecta hasta que se produce un cambio en la salud de la persona mayor. El más joven en la relación es quien paga el precio. El de mayor edad ya no come de la misma manera o no te acompaña más a trotar”, comentó Schwartz. “A veces las mujeres que se casan con un hombre más joven se preocupan por esa situación. Algunas dicen que ni siquiera quieren tantear ese terreno”.

Ed Hale, de 42 años, tiene nueve años menos que su esposa Nahal. Ella tenía dos hijas, de 8 y 6 años, de un matrimonio anterior. El deseo de él de tener hijos propios y la resistencia de ella a tenerlos casi deshizo su relación durante ocho años de amistad y de amores intermitentes.

“No sabía si nuestra relación tenía futuro”, recordó Nahal, de 51 años. “Todo lo que sabía era que estaba locamente enamorada de Ed”.

El sentimiento era mutuo y finalmente decidieron casarse en el 2009. “En los casos de mujeres de mayor edad que sus maridos, la idea de no poder tener hijos con tu esposa es descorazonadora”, comentó Ed. “Te pone frente a un conflicto, como hombre más joven, entre el amor que sientes por tu esposa y las aspiraciones de toda tu vida de tener hijos propios”.

La pareja divide su tiempo entre Seattle y Nueva York. Han intentado concebir un hijo por medio del tratamiento de fertilidad, hasta ahora infructuosamente.

Para Deborah Becker, de 41 años, en Eau Claire, Wisconsin, no se trata de bebés sino de madurez y responsabilidad, ambas quejas frecuentes entre las mujeres casadas con hombres de cualquier edad.

Su marido tiene diez años menos que ella. Se casaron hace tres años después de otros tres de noviazgo. “Me encanta. Realmente me encanta. Pero no sé cómo zanjar esa brecha generacional sin que alguien nos ayude a comunicarnos mejor”, confesó.

Becker admitió que la edad “decididamente forma parte de nuestros debates”.

El futuro también le preocupa. “Creo que hay algo en la mentalidad masculina que sueña con alguna damisela en apuros que se aferra a sus bíceps para que la salve”, comentó. “Yo soy dueña de mi propio negocio. Fui una madre soltera exitosa. No voy a satisfacer su complejo de salvador a menos que me esté hundiendo en un pozo”.

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