Sicología: ¿Qué es la ecología emocional?

Por Biut y Agencias

Cuál es el impacto de las emociones en nuestras vidas? ¿Y de qué manera influyen en el mundo en que vivimos? Hace algunos años, Mercè Conangla y Jaume Soler, cofundadores de ÀMBIT, Instituto para el Crecimiento Personal de Barcelona (España), se plantearon preguntas como éstas y terminaron diseñando un nuevo concepto: ecología emocional.

En pocas palabras, el término se define como el “arte de gestionar las emociones positivamente”. O sea, que “la energía que éstas generan sea dirigida a nuestro crecimiento personal, a la mejora de nuestras relaciones interpersonales y a la construcción de un planeta más armónico”.

Antes de llegar a esta idea, los sicólogos se dieron cuenta de que las personas “padecemos mayor contaminación emocional que atmosférica”, y que principios ecológicos como ‘polución’, ‘biodegradabilidad’ o ‘reciclaje’ podían trasladarse al mundo emotivo.

La teoría vio la luz en 2003, cuando publicaron La Ecología Emocional (Amat Editorial). De la primera edición del libro se vendieron 50 mil copias como si nada. El texto va por la décima edición, y los autores han sumado una serie de volúmenes relacionados. Entre ellos, Aplícate al Cuento (Amat, 2004) y Corazón que Siente, Ojos que Ven (Zenith, 2010).

“Cada día más personas y colectivos adhieren a la ecología emocional, porque es una visión sencilla y honesta, que ofrece estrategias concretas para incrementar nuestra vida”, explican los autores. En el fondo, se trata de que cada persona asuma la responsabilidad de ‘autogestionar’ sus emociones, volviéndose más consciente del efecto que tienen sus actos en el entorno y en los demás.

La ecología emocional establece un paralelo con los problemas ecológicos. ¿Cuál es el mal más importante que se plantea hoy?
Jaume: Contaminación emocional y lluvia ácida, que se corresponde con un calentamiento del clima emocional global, que incrementa los niveles de violencia individual y social. El fenómeno (emisión de partículas tóxicas, que al igual que las sustancias químicas en el aire, rebotan mermando nuestra vida interior) es tal, que dedicamos un libro a analizarlo y explorar soluciones: Sin Ánimo de Ofender: la Ofensa como Contaminante Emocional (Integral, 2007).

¿Cómo se ‘gestionan’ ecológicamente las emociones?
Mercè: Aplicando las 4 ‘R’ de la ecología emocional para lograr una vida emocionalmente sostenible: reducir la emanación de tóxicos emocionales, reciclar lo que sea reciclable (por ejemplo, podemos convertir los celos en desprendimiento, la envidia en superación personal), reparar las heridas emocionales y las ofensas, reutilizar nuestras capacidades infrautilizadas.

¿De qué forma podemos canalizar lo que sentimos?
J.: Las emociones mueven energía dirigida a la acción. Pero no toda la energía es renovable y limpia. No es lo mismo actuar por miedo o por egoísmo que por generosidad o amor. Es preciso elegir bien, ya que los efectos de la acción y su impacto no son los mismos en un caso o en otro. La canalización correcta debe realizarse mediante una mejor educación emocional desde la infancia: trabajando la conciencia emocional, colocando las bases de un buen autocontrol, educando en los límites y vacunando en la frustración; fomentando una cultura del esfuerzo, trabajando la voluntad orientada a objetivos elegidos de forma inteligente, aprendiendo estrategias de automotivación…

¿Cuándo hacemos un mal uso de los ‘recursos’ emocionales?
J.: Todos generamos diariamente basuras en nuestro domicilio. Si almacenáramos la basura y cerráramos la puerta, empezaría a oler mal y la vida allí se tornaría imposible, para nosotros y para los vecinos que, seguramente, se quejarían. Lo adecuado es arrojar nuestros residuos al contenedor más próximo (a fin de que sean reciclados o quemados). Puro sentido común. No obstante, a veces, escondemos, apilamos o dejamos que se ‘pudran’ determinadas emociones, sin deshacernos de ellas, y permitimos que contaminen nuestra casa interior… Es preciso pues eliminar a diario nuestras ‘basuras emocionales’.

¿Qué pasa con emociones negativas como la rabia?
M.: La rabia es ira reprimida, o sea, una emoción primaria que genera mucha energía y nos informa que un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestro objetivo. Esa energía nos impulsa a eliminar el obstáculo, pero no podemos utilizarla de cualquier forma. Es una opción destructiva si la descargamos sin freno, porque podemos herir a otros. Si la reprimimos o fingimos que la ignoramos, entonces se convierte en rabia, la rabia en rencor y el rencor, en resentimiento. Esta ‘descomposición emocional’ puede dar lugar al odio, sentimiento muy destructivo y contaminante.

¿Cuál sería la alternativa ecológica?
M.: Gestionar la ira de forma adaptativa, transformando su energía en fuerza para superar el obstáculo, encarando los problemas y canalizando, mediante nuestro autocontrol, la energía disponible para reparar, por ejemplo, una injusticia. La ira no es intrínsecamente mala. Podemos compararla con un cuchillo, que puede ser utilizado para matar, para intervenir quirúrgicamente a alguien o para cortar pan. El problema no es el cuchillo, sino cómo lo utiliza quien lo tiene.

Amor y vitaminas

Los residuos emocionales mal ‘gestionados’ o sin ‘gestionar’, contaminan el medio en forma de agresiones verbales o conductas destructivas. Y tienen un impacto negativo en nosotros mismos y en nuestras relaciones personales. Para mantener en orden nuestro universo emocional, además de transformar nuestras emociones (o sea, hacerlas ‘biodegradables’), la dupla Conangla-Soler recomienda el ‘consumo’ periódico de ‘vitaminas emocionales’. Es decir, elementos que nutren la psique, refuerzan y mejoran nuestro desarrollo afectivo, y favorecen el crecimiento personal, ayudándonos a desarrollar una buena autoestima. “La vitamina emocional más importante proviene del amor que uno recibe, del respeto, de los refuerzos positivos, reconocimientos sinceros, abrazos, sonrisas, agradecimientos, ternura, humor”, subraya Jaume.

¿Cómo se cuidan los recursos emocionales para que no se agoten?
J.: Actualizándolos cada día. Utilizando fuentes de energía renovables y sostenibles: el amor, la gratitud, la ternura, la curiosidad, la alegría… Canalizando bien la energía emocional, evitando fugas como la queja, la victimización, el intento de cambiar aquello que no depende de nosotros; eligiendo de forma inteligente nuestros objetivos… Las emociones que se generan nos indican si nuestra vida va en la dirección de un mayor equilibrio o desequilibrio.

¿Y cuánto tiempo lleva esta ‘reprogramación’ interna?
M.: Toda una vida. El crecimiento personal no termina nunca. Es como ir en bicicleta, si dejamos de pedalear nos caemos.

MODLO CAPA
La ecología emocional plantea también que, en determinado momento de nuestra vida, debemos elegir entre la creatividad o la destructividad. “Esta elección es clave y no hay punto medio, puesto que sabemos que toda la energía que no invertimos en la mejora de nosotros mismos, de nuestras relaciones y del mundo, automáticamente se convierte en energía destructiva”, comenta Jaume. “Quien opta por la destructividad, se dedica a contaminar emocionalmente, a propagar rumores, a minimizar los logros del otro; se deja llevar por la envidia o los celos, opta por la violencia verbal o física y se ensaña con las personas débiles o diferentes… hace de ofender su bandera; de su palabra, una bomba de destrucción, y de su vida, un espacio de devastación, sufrimiento y dolor”, complementa Mercè.

¿Y qué resulta de todo esto? “Caos, soledad y un desierto interior vacío de amor, de ternura y de paz”, enumeran ambos. Y se preguntan, “¿puede sobrevivir un mundo así?”. A modo de solución, ellos proponen el modelo ‘CAPA’ de la ecología emocional. Esto es la ‘configuración’ de personas Creativas, Amorosas, Pacíficas y Autónomas. Algo nada fácil, ¿verdad?.

Principios de las relaciones ‘ecológicas’

1. Principio de la autonomía personal: Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán.
2. Principio de la prevención de dependencias: No hagas por los demás aquello que ellos pueden hacer por sí mismos.
3. Principio del boomerang: Todo lo que haces a los demás, también te lo haces a ti mismo.
4. Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia: No hagas a los demás aquello que quieres para ti, pueden tener gustos diferentes.
5. Principio de la moralidad natural: No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a ti.
6. Principio de la autoaplicación previa: No podrás hacer ni dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo.
7. Principio de la limpieza relacional: Ocúpate de limpiar las relaciones que son ficticias, insanas y no te dejan crecer como persona.

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