El pasado domingo pudimos ver a los nuevos rostros del Congreso asumiendo sus cargos. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue la vestimenta para asistir al evento de algunos diputados, donde claramente el antiguo código formal fue dejado de lado.
Pamela Jiles apareció envuelta en un abrigo que simulaba una armadura con plumas y cristales. Camila Vallejo llegó con una polera con la cara de la escritora francesa Simone de Beauvoir, ícono del feminismo. Emilia Nuyado, la primera diputada mapuche, vistió un traje tradicional. Raúl Alarcón, más conocido como Florcita Motuda, fue el que llegó más lejos: capa blanca con estrellas negras, antenas en la cabeza, una polera con su cara y zapatillas. “Es mi vestimenta de gala”, se defendió él ante las cámaras.
“Fue un gesto político: aquí entra el Florcita Motuda que todos conocen y al que este lugar no va a cambiar”, profundiza hoy el músico. Asegura que en el Congreso nadie le hizo un solo reparo ni recibió muestras de desagrado por su vestimenta, sino todo lo contrario. “Estuve sentado con la gente de la derecha y me decían ‘quédate aquí para que salgamos en la foto’”, agrega Alarcón, quien el martes apareció por el hemiciclo “de civil” -como define él-, con una polera de Jimi Hendrix y jeans.
Los diputados Alarcón, Vallejo, Jiles o Nuyado fueron tema obligado en la sobremesa del domingo y en las redes sociales. Varios hablaron del famoso dress code: esas reglas precisas de cómo vestirse en determinadas situaciones, que a veces se especifica en las invitaciones -tenida formal, de etiqueta, casual o cóctel-, aunque en la mayoría de las ocasiones no están escritas y funcionan por sentido común. Otros, por el contrario, celebraban ese domingo las performances de los diputados, defendiendo el derecho a diferenciarse y preguntándose si tenía sentido en pleno siglo XXI que alguien pueda decirle a otra persona cómo vestirse.
A Sergio Arias, diseñador de vestuario y asesor de los ex ministros Rodrigo Peñailillo y Rodrigo Hinzpeter, no le causó gracia ver a Alarcón y Jiles vestidos así: “Cayeron en lo ridículo. Hay que ubicarse; el Congreso no es un escenario ni la televisión, es un lugar donde se tratan temas relevantes”.
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