Mantener buenas relaciones con la familia no solo es un asunto de salud mental, sino también física. Así lo demuestra una investigación realizada en Dinamarca, que verificó que las personas que sostienen constantes peleas con sus parejas y otros familiares aumentan su riesgo de sufrir problemas cardíacos.
Durante seis años, investigadores de la Universidad de Copenhague realizaron un seguimiento a 4.573 hombres y mujeres daneses libres de enfermedades cardíacas. Se les aplicó una serie de cuestionarios sobre su salud, información que fue contrastada con datos acerca de la calidad de sus relaciones con otras personas como familiares, amigos y vecinos. Las preguntas ahondaban sobre los niveles de demanda que sentían por parte de estas personas, el grado de preocupación que habían experimentado y con qué frecuencia habían discutido.
Los resultados mostraron que aquellas personas que regularmente tenían discusiones con sus parejas tenían un riesgo cuatro veces mayor de sufrir una angina pectoris: dolor torácico y sensación de opresión aguda y sofocante en el pecho, gatillado por un suministro insuficiente de sangre a las células. Su ocurrencia incrementa el peligro de sufrir futuros problemas cardiovasculares como infarto al miocardio o accidente cerebrovascular.
“Las demandas excesivas y graves preocupaciones relacionadas con los seres queridos parecen ser factores de riesgo importantes para el desarrollo de este problema”, concluyen los autores en su artículo publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health.
El mayor riesgo de sufrir este cuadro no está asociado únicamente con los desencuentros con la pareja. También los problemas con los hijos y otros familiares pueden dañar la salud del corazón. Los voluntarios que tuvieron roces recurrentes con sus hijos o con otros seres queridos tuvieron el doble de riesgo de sufrir angina de pecho.
Los conflictos con los vecinos también afectaron su salud. Quienes regularmente peleaban con otros habitantes del vecindario tenían un 60% mayor riesgo de sufrir angina.
La adrenalina es la clave de este fenómeno. Cuando las personas sostienen discusiones o se sienten muy exigidas por sus cercanos, sus glándulas suprarrenales comienzan a liberar adrenalina, una hormona que genera estrés en el organismo. Es el momento en que las personas se sienten exaltadas, acaloradas durante y después de la discusión.
La adrenalina aumenta la presión arterial y también el ritmo con que el corazón bombea la sangre. “Todo esto va a generar un aumento de requerimiento de oxígeno en el corazón, porque está trabajando a un nivel muy superior a su capacidad habitual”, explica Luis Sepúlveda, cardiólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.
En los casos en que el sistema respiratorio no es capaz de responder a la mayor demanda por oxígeno, comienzan a sentir una opresión en el pecho, un malestar que se puede extender por cinco minutos, pero que luego desaparece.
Sepúlveda explica que la angina de pecho puede evidenciar la presencia de otros problemas: “Lo que está escondiendo es que el paciente probablemente tenga alguna arteria enferma con placas de colesterol y eso puede desencadenar angina y también infarto en el miocarido”, dice.
El experto agrega que cuando las personas discuten mucho o se ven enfrentadas a mucho estrés se produce un círculo vicioso negativo para el corazón, ya que la ansiedad los lleva a comer o fumar más, lo que aumenta los factores de riesgo.
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