La creencia popular dice que la idealización de la pareja tiene como piedra de tope el momento de casarse, cuando se enfrenta la realidad de golpe. Un estudio echa por tierra esta creencia: los matrimonios donde se idealiza a la pareja tienen relaciones más felices y satisfactorias.
El estudio reclutó a 222 parejas de la ciudad de Buffalo, en EE.UU., quienes respondieron preguntas sobre la percepción que tenían de sí mismos, sus parejas y su matrimonio cada seis meses, desde el momento de casarse y hasta los tres años de casados. Esta información fue confrontada con cómo eran en realidad las personas, verificando qué tanto eran idealizadas por sus parejas. Conclusión: “Las personas que idealizan están más contentas con sus relaciones porque, a pesar de reconocer los puntos bajos y altos de sus parejas, encuentran la manera de ver las cualidades positivas al tener una perspectiva más optimista sobre la relación”, explica a La Tercera Sandra Murray, sicóloga de la Universidad de Buffalo, quien lideró la investigación.
Lo anterior es clave, según Ximena Santa Cruz, sicóloga de la U. Diego Portales. La mejor manera de concebir una relación es creando relatos positivos. “Se sabe que las personas pueden elegir el relato que ocupan para interpretar la realidad. De esta forma pueden decidir vivir su relación de forma positiva o negativa. Es como la película Amor Ciego: uno ve lo que quiere ver. Los matrimonios que deciden vivir la relación como un relato positivo serán felices en el tiempo”, explica. Santa Cruz agrega un dato clave: el enamoramiento orgánico -producido por las endorfinas y feromonas- dura sólo seis meses, “después prima el relato que entreguen las personas”.
¿Puede ser un error idealizar? A veces. Esto podría ocurrir si la idealización se convierte en un mecanismo a través del cual uno de los miembros de la pareja visualiza al otro de manera desproporcionada y llegan los problemas. “En estas circunstancias, obviamente, no se generan conflictos, porque quien idealiza encuentra todo bueno en su pareja y no le cuestiona nada. Esto puede hacer que la otra persona se aburra y que la relación termine mal”, sentencia la sicóloga de la Clínica Santa María, Sandra Navarrete.
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