Hay una escena tan clásica como repetida en los hogares chilenos: el hombre-proveedor que llega a su casa después de la jornada laboral y es recibido por la mujer y los hijos. Si no es parte de la realidad, está presente en series, teleseries, películas, dibujos animados o sports publicitarios. ¿Se imagina la misma escena pero con los roles cambiados?
Esa pregunta hizo la Encuesta de Percepciones Laborales y Equidad que recogió la opinión de 4.051 personas mayores de 18 años. Los resultados: el 31% de los hombres chilenos dijo que si su pareja ganara lo suficiente, no trabajaría remuneradamente. Un porcentaje bajo, dice Edmundo Campusano, sicólogo de la U. Mayor y especialista en masculinidad, quien, tomando en cuenta los cambios culturales de hoy, pensó que podía ser más alto. Aun así, el profesional dice que la cifra es reflejo de la evolución de las dinámicas de género en el país. “La masculinidad ha cambiado mucho. Hoy al hombre se le pide más participación en los espacios privados, colaborando en la casa y en el cuidado de los hijos”, dice el especialista.
¿Y las chilenas? El 55% lo haría y un 38%, no. “La mujer se ha tomado el espacio público, trabaja, es madre y además compite con el hombre”, dice Campusano. Este perfil trabajador y competitivo es mucho más frecuente entre las de 20 y 30 años, y esta diferencia generacional se ve al revisar sus cifras por tramo de edad: las mujeres menores de 29 años que dejarían de trabajar llegan al 48%, mientras las mayores de 50 años que se apegan a la idea suman un 64%.
“Los resultados revelan que, en términos generales, el quiebre se ve por tramos de edad. O sea, que actitudes más machistas se perciben en la gente de mayor edad, mostrando una actitud de mayor apertura en cuanto al rol de la mujer en la sociedad en los más jóvenes independientemente al género”, explica Patricio Meller, director de proyectos en Cieplan y uno de los investigadores responsables del estudio.
Cuando se miran las respuestas por quintiles, se observa que a mayores recursos, mayor es el rechazo a dejarse mantener por la pareja. Es así como mientras los que tienen mayores ingresos rechazan la idea en un 60%, las personas con menores recursos lo hacen en un 45%. “La participación laboral femenina en Chile disminuye con los quintiles. O sea, donde más se necesita que haya perceptores de ingreso adicionales es donde menos se observa que la mujer se involucre en el trabajo”, explica Meller.
Comparando con otras cifras extranjeras, los chilenos se igualan al 31% de los hombres estadounidenses que en la encuesta de CareerBuilder.com de 2009 respondieron que dejarían su trabajo si su cónyuge o pareja ganara lo suficiente para mantener la familia. Frente a los españoles, los chilenos aparecen mucho más conservadores: el 60% dijo que estarían dispuestos a dejar su trabajo para asumir labores domésticas en el II Informe Nacional sobre la Infancia 2011 Chicco.
Mitad y mitad
Es difícil responder de manera tajante si el hombre chileno se ha vuelto más participativo en el hogar por su voluntad o la mujer lo empujó a eso. El estudio Images 2011, del Centro de estudios de masculinidad EME y CulturaSalud, muestra que ellos se han acercado más al hogar y los hijos por opción propia o, al menos, tienen esa intención: 71% declaró que le gustaría trabajar menos para pasar más tiempo con sus hijos. Por contraparte, están los que creen que ellas gatillaron este cambio. “Da la idea de que la mujer comenzó esta liberación y el hombre tuvo que ir adaptándose a los cambios propuestos”, dice Campusano.
Esa progresiva liberación también se ve cifras: hoy el 7% de las chilenas reporta ganar un sueldo mayor que su pareja (estudio Images 2011) lo que se suma a la pujante pero aún escasa participación de la mujer en el mercado laboral chileno -la menor en Latinoamérica-.
Con este escenario, los especialistas abrigan vientos de mayor apertura. “Creo que en pocos años más vamos a llegar a un 50% de hombres que sin ningún problema pueden asumir las funciones maternas”, dice, concluyendo, Edmundo Campusano.
¿A qué se dedicarían? A la casa, no
En caso de dejar de trabajar, la pregunta que sigue es a qué se dedicarían los hombres. Sólo el 19% considera las labores del hogar y los hijos, según una encuesta realizada en latercera.com que tuvo casi 5 mil respuestas.
La alternativa más votada fue “a un proyecto personal que no pude realizar cuando trabajaba (voluntariado, escribir un libro, un oficio no remunerado, etc.)”, con un 38%, seguida de “estudiar”, con un 25%. Más atrás, el 12% se inclinó por la opción “viajar” y el 5%, por descansar.
Francisco Aguayo, psicólogo de la UC e investigador en temas de masculinidad, dice que estas cifras replican el modelo tradicional. “Cuando al hombre se le entrega la posibilidad de dejar de pensar como proveedor, igual lo sigue haciendo”. Para Aguayo, la clave para entender las prioridades del hombre está en el porcentaje que se dedicaría a la familia: “es súper bajo”, concluye.
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