La infidelidad siempre ha sido vinculada socialmente más a los hombres. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Tilburg, en Holanda, dice que la falta de lealtad amorosa nada tiene que ver con el género de las personas, sino con una gama de variables donde el grado de poder surge como el principal predictor de traición.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores del estudio, que será publicado en la revista Psychological Science, entrevistaron a 1.561 personas a quienes les pidieron indicar qué tan poderosos creían ser. Luego, en un segundo test les preguntaron sobre su autoconfianza y la distancia y percepción de riesgo que tenían respecto de la infidelidad. Los encuestados se dividieron en cuatro niveles de poder: el 58% era subordinado, un 22% tenía un cargo de administración, el 14% cargos medios y el 6% pertenecía a la alta gerencia.
El resultado: los más poderosos tanto hombres como mujeres, fueron más propensos a caer en conductas de infidelidad, lo que refuta anteriores estudios que ligaban la infidelidad mayormente a los hombres. Según los autores del estudio, eso se explica porque en ellos sólo se estudió la variable de género, pero no la de poder.
Autoconfianza y chance
¿Qué hace que las personas con más altos cargos sean más propensas a ser infieles? Para los expertos, el fuerte vínculo entre poder y autoconfianza ayudaría a potenciar este tipo de conductas. “La confianza aumenta con el poder. Las personas que se sienten seguras son más propensas a acercarse a otros y ellos a su vez son vistos como más atractivos. Así, el poder aumenta la probabilidad de dos maneras: desde la persona poderosa y de la potencial pareja”, dice a La Tercera Joris Lammers, investigador principal del estudio.
De hecho, el investigador explica que si bien tras la infidelidad hay otros factores como la calidad de la relación que vive la persona, el haber sido traicionado anteriormente o resquemores pasados, la chance de ser infiel es crucial. Y los poderosos tienen siempre más chances. “Otro de los predictores más fuertes de la infidelidad es la oportunidad en el camino. Es decir, incluso las personas que creen firmemente en la fidelidad o que son religiosas pueden caer en ella si se enfrentan a la oportunidad de tener relaciones sexuales extramatrimoniales”, sentencia Lammers.
El sicólogo social de la U. de Tilburg dice que debido a que las mujeres acceden actualmente a menos cargos de poder que los hombres hay -numéricamente hablando- menos mujeres infieles en la elite. Pero todo apunta a que esto cambiará: “Cada vez hay más mujeres en posiciones de poder y que se consideran iguales a los hombres. Eso está llevando a que las convenciones sociales acerca de su comportamiento también estén cambiando y podría conducir a un aumento de las conductas negativas, comúnmente asociadas a los hombres”, detalla Lammers.
Anteriormente otro estudio de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, había definido la infidelidad según sexos, mostrando que las mujeres tenían menos conductas de este tipo cuando dependían económicamente de su pareja. Los hombres, por su parte, se bifurcaban en dos extremos: los que mostraban más posibilidades de ser infieles eran tanto los que dependían de la cuenta corriente de su pareja, como los que mantenían a sus parejas absolutamente.
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