El gusto por lo distinto y novedoso es habitual, ¿pero por qué ocurre? Ni la ciencia, ni la espiritualidad han podido dar respuestas claras, pero esa atracción por lo diferente es más habitual de lo que se cree y se extiende en distintas facetas, incluso en la amorosa.
En el mundo y en nuestro país, cada día es más habitual ver parejas conformadas por personas de distintos países, quienes han seguido sus sentimientos y han pasado por alto el lugar de origen, el color de piel e incluso sus creencias para estar juntos. Pero, ¿es posible que una pareja con costumbres tan disímiles puedan mantenerse unidas?
A continuación te contamos las historias de dos chilenas que se atrevieron a pololear con chicos extranjeros, a pesar de venir de lugares del mundo tan apartados.
Amor a la checoslovaca
Europa fue la cuna de este flechazo. En 2010, Macarena García (25), se encontraba en España de intercambio por la universidad, cuando en una fiesta de música electrónica conoció a un checo llamado Matt, que la dejó marcando ocupado. Por un tiempo, no supo de él, pero tiempo después volvieron a toparse en un carrete de un amigo en común y conversaron toda la noche. La química y la fluidez entre ambos -pese a que los dos hablaban inglés a medias- era increíble, pero no todo podía ser color de rosa: él tenía una polola, que más encima era modelo.
Luego de esa mágica noche, no se vieron en un buen tiempo, pues ambos se fueron de vacaciones a otros países. Sin embargo un día, él le mandó un mensaje por Facebook y le pidió que se juntaran porque tenía que contarle algo: ahora estaba soltero. Esa noche se dieron el primer beso y no se separaron por nueve meses.
Flechada por un escandinavo
El calor y las noches de festejo de Miami fueron testigos del romance que nació entre una joven chilena y un sueco. Patricia Rodríguez y su pretendiente de aquel entonces, se conocieron por casualidad en una discoteque, y fuera de todo pronóstico, la química perduró, por lo que decidieron dar un paso más.
Luego de un tiempo, Patricia y el chico europeo se enamoraron perdidamente y en un acto de locura se casaron y partieron a vivir a las frías tierras escandinavas, alcanzando a estar juntos cerca de 10 años. “Me casé y pensé sería para siempre”, cuenta con nostalgía esta mujer que hoy se desempeña como visual merchandiser.
Diferencias que encantan y otras que no tanto
Cada persona tiene sus propias costumbres y éstas varían aún más entre habitantes de otros países. Esto bien lo saben las dos chicas que se rindieron a las novedades culturales que sus nuevos amores les ofrecieron, mientras estuvieron con ellas.
Para Macarena lo que más la impactó al momento de comenzar a salir con su novio checo fue “el tema de los abrazos y las demostraciones de cariño en público. Acá siempre saludamos con beso en la mejilla, para ellos eso es una falta de respeto si no se conocen hace años y está esa relación más en profundidad. Y ese fue un tema que tuvimos que conversar”, cuenta.
Pero las diferencias que se pueden dar entre dos culturas, también pueden ser positivas. Así lo afirma Daniela, quien manifiesta que lo que más recuerda del compromiso que tuvo con su pareja sueca es la lealtad que había por parte de él: “me encantó la fidelidad que él tenía conmigo. En general, los extranjeros son muy fieles en sus relaciones, no como los chilenos, sin embargo, me molestaba que fuera un poco frío y que no hablara muy fácilmente de sus sentimientos”, indica.
El idioma no es una limitante
La comunicación en una pareja es uno de los pilares fundamentales al momento de entablar una relación y así lo respaldan los expertos. Pero, ¿el idioma puede ser un impedimento a la hora de estar en pareja?
Macarena asegura que no es la única forma de comunicarse, “porque como último recurso se puede recurrir a las señas”, bromea. “Con Matt sólo hablábamos inglés y él con suerte sabía decir ‘hola, guapa’. Pero de cierta forma fue perfecto, porque para ninguno de los dos el inglés era la lengua materna, así que los dos teníamos ciertas limitaciones, pero por lo menos era equitativo el tema”.
Sin embargo Daniela dice que a veces esto puede jugar en contra, si es que el idioma en el que se comunican es más cerrado, como pasó en su caso: “tuvimos muchos problemas con el habla, sobre todo con el sueco, ya que los tonos de voz son distintos, así que a pesar que a veces decía algo de buena forma sonaba bastante dura”, relata Daniela al recordar la relación que tuvo con su ex marido.
Y tú, ¿has tenido un amor internacional? Cuéntanos tu experiencia.
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