Ena Von Baer: madre, esposa y ministra

Por Biut y Agencias

Ena Von Baer llega a la entrevista, sonríe y se le forman margaritas en las mejillas. Su padre quería  llamarla Polixena en honor a su tía abuela. Sin embargo, luego de meditar lo complicado que sonaría el nombre y apellido juntos, decidieron llamarla por su sobrenombre, Ena.

Mide 1,70 pero al agregarle los tacos, la actual Ministra vocera de la Presidencia,  se ve aún más alta.  Tiene los ojos azules, el pelo café claro  y la tez blanca. Esta sureña recuerda con nostalgia su infancia en el campo y  Cajón, el pueblo donde se crió en la región de la Araucanía. “Me gusta mucho el sur, sobre todo cuando  llueve,  y las personas se juntan en sus casas a tomar mate y comer sopaipillas al lado de una estufa”, asegura.

Desde pequeña Ena se caracterizó por ser una persona decidida y soñadora, la mezcla perfecta para cumplir cualquier meta que se fijaba. A los doce años le pidió a sus padres subir a conocer el cráter del volcán  Villarrica y finalmente lo logró, lo mismo cuando le dijo a su marido que quería irse a vivir al extranjero, y él pensando en que no lo lograría,  le dijo que se iría solamente si ella se conseguía una beca. “Hasta el día de hoy mi marido dice que se equivocó en plantearme el desafío, porque me gané la beca y nos fuimos por tres años a Alemania”, cuenta entre risas la ministra.

Ena Von Baer almuerza todos los días con sus hijos en su casa y después se devuelve a La Moneda. El poco tiempo libre que tiene lo utiliza exclusivamente para compartir con su familia.  “Siempre pienso que cuando mis hijos ya no estén en la casa voy a tener muchos momentos sola, por eso siempre prefiero estar con mi familia. Cuando quiero un tiempo sólo para mí  me dedico a jardinear, pero desde hace tiempo que mi jardín está lleno de pulgones”, comenta entre risas.

Ministra, ¿cuál ha sido el momento más difícil que le ha tocado vivir como madre, desde que asumió el cargo de Ministra Secretaria General de Gobierno?

El día del incendio de la cárcel de San Miguel, era el cumpleaños de mi hija, habíamos invitado a treinta niñitos y teníamos todo preparado. Yo siempre le hago juegos, esta vez ella quería la búsqueda del tesoro, teníamos todo listo y de repente sonó el teléfono.  Me contaron lo que estaba pasando en la cárcel de San Miguel. Tuve que ir y explicarle que tenía que irme a acompañar a las familias. 
Eso fue duro, pero pienso que a una doctora,  probablemente le va a pasar lo mismo, lo más importante es que uno les explique a los niños, que entiendan y  no tenerlos ajenos a lo que se está viviendo. En ese sentido mis hijos lo han entendido.

Usted dice que su teléfono permanece prendido las 24 horas, ¿Cómo logra un equilibrio entre la política y su familia?

De la misma forma que cualquier mamá que trabaja, creo que hay muchas mamás en Chile que trabajan con horarios y tienen exactamente el mismo problema que yo. Uno de repente está trabajando y se acuerda que la hija quería invitar a una amiguita a la casa,  entonces hay que llamar a la mamá para coordinar. Yo tengo los mismos problemas que tiene cualquier madre hoy en día, sólo que la diferencia es el grado de responsabilidad. Por ejemplo cuando estábamos construyendo las viviendas de emergencia  estaba viendo una película con mi marido y se largó a llover. Me vino una angustia, es mucha la responsabilidad. Creo que esa es la diferencia, pero al final todas las mamas que trabajamos tenemos el mismo problema de tiempo.

Ena casi siempre la vemos con joyas mapuches ¿a qué se deben?

Yo vengo de un pueblo en La Araucanía que tiene una alta población mapuche y fui a la escuela rural en Cajón con niños del pueblo y de las comunidades Mapuches que están en los alrededores. Yo me crié en las comunidades Mapuches y son parte de mis raíces, en un tiempo donde la cosa era mucho más dura de lo que es hoy en día y eso me marcó muchísimo, eso es parte de mi ser. Yo soy de la Araucanía, allá me crié y es parte de mi vida

Ena y la política

Ena Von Baer lleva 15 meses a la cabeza de la Secretaría General de Gobierno, un tiempo donde ha debido referirse a momentos difíciles, como la restauración posterior al terremoto del 27f y el incendio en la cárcel de San Miguel. Pero también a momentos de inmensa alegría,  como el rescate de los 33 mineros o  la construcción inmediata de las viviendas de emergencia en la zona devastada. A pesar de ser blanco de críticas de la oposición, ella sonríe constantemente  y se muestra tranquila. “Las tensiones las libero conversando con mi marido tomándome una cerveza, cuando le leo un cuento a los niños o  cuando salgo a caminar”, asegura.

¿Cómo evalúa este tiempo en la Secretaría General de Gobierno durante el gobierno de Sebastián Piñera?

He crecido como persona y como profesional. He aprendido hacer las cosas mejor, porque a veces uno se tropieza, pero lo importante es volver a levantarse. De todas maneras he crecido  y estoy muy contenta.

Del 1 al 7…

Creo que las calificaciones las tienen que hacer siempre los demás, autocalificarse es difícil, se puede transformar en una trampa muy grande, especialmente para nosotras,  las mujeres, que  en general somos muy autoexigentes.

Ena, ¿tiene ahora más amigos o enemigos?

Los amigos son los mismos de siempre, esos que me han acompañado desde que soy chica. Pero igual tengo más amigos, lo digo porque en el equipo de Gobierno del Presidente, a estas alturas ya somos un grupo de amigos.  Hemos vivido un año que ha sido difícil, pero que también ha sido sumamente bonito, y en ese camino me he hecho muchos amigos.

Quizás desde afuera no se entiende, pero la semana pasada o ante pasada hubo un desencuentro con la concertación y al día siguiente yo estaba con el diputado Andrade en el Congreso riéndonos. Cuando uno trabaja en política, uno nunca debe olvidarse de que es importante mantener la amistad cívica, porque al final del día,  somos todos seres humanos  y nos toca trabajar juntos.  Lo peor es caer en descalificaciones personales porque esas hieren y después no te permiten restaurar la amistad. Por lo tanto siempre que discutimos, tenemos que hacerlo desde el punto de vista de las ideas, nunca desde la descalificación personal.

¿Cuál ha sido el momento más duro que le ha tocado vivir como Ministra vocera de Gobierno?

Yo soy joven y entré en política porque creo en una forma distinta de hacerla, donde haya una mayor conexión con la gente. Pero una de las cosas que a la gente le cansa es cuando se cae en descalificaciones personales, eso es  lejos lo que más duele cuando atacan a tu familia eso es muy difícil.

¿Piensa seguir en política luego de que finalice el Gobierno del presidente Sebastián Piñera?

Han pasado sólo dos años desde que entré por primera vez a la política como candidata al senado por la IX Región y ¡han pasado tantas cosas! Yo creo que la vida nos sorprende todos los días y la verdad es que no sé qué es lo que me espera a la vuelta de la esquina, pero sí sé que me gusta el proyecto en el que estoy y quiero ser parte de este. Quiero ayudar a cambiar Chile y estoy segura de que lo podemos lograr. Un Chile con más oportunidades y más justo para todos. Sé que es difícil pero quiero ser parte de ese proyecto, creo que puedo aportar.

Ena, ¿cómo se construye una política profunda para que perdure en el tiempo?

Con convicción, cuando uno está en política es por una convicción. Cuando uno lo pasa mal, es importante sentarse y pensar por qué estoy haciendo esto y nunca olvidar el norte. A veces llego en la noche despotricando a mi casa y mi marido me ayuda a recordar porqué estoy en política, sé que la convicción es la raíz por la cual parte el proyecto.

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