Dormir por la noche con la televisión encendida puede causar cambios físicos en el cerebro que se asocian con la depresión, según un estudio realizado con hámsters por neurocientíficos estadounidenses.
Es la primera vez que se demuestra que una luz por la noche, por muy tenue que sea, produce alteraciones en el hipocampo, una de las principales estructuras del cerebro, que desempeña un papel clave en los trastornos depresivos.
El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Ohio State University (OSU), fue presentado en San Diego, EE.UU., en la reunión anual de la Sociedad para la Neurociencia.
“Incluso una luz débil por la noche es suficiente para provocar un comportamiento depresivo en los hámsters, que podría explicarse por los cambios que observamos en su cerebro después de ocho semanas”, señaló la estudiante de doctorado Tracy Bedrosian, coautora del estudio.
Según Randy Nelson, profesor de neurociencia y psicología de la OSU, “los resultados son significativos porque la luz utilizada no era intensa sino de 5 lux, o el equivalente a la que desprende una televisión en una habitación oscura”.
“Este es un nivel muy bajo, algo que la mayoría de la gente puede experimentar”, añadió Nelson.
Bedrosian explicó que aunque no se puede asegurar que se produzca el mismo efecto en un ser humano, el impacto de la luz no varía en función del tamaño.
“Una exposición crónica a la luz por la noche es un factor relativamente nuevo en la historia de la humanidad y no es natural, por lo que reducir la iluminación artificial cuando se duerme es conveniente”, añadió.
El estudio se realizó con hámsters siberianas a las que se había extirpado los ovarios para que sus hormonas no interfirieran en los resultados.
Al examinar el hipocampo de los hámsters después del experimento, los científicos comprobaron que los que durmieron con luz tenían una densidad menor de espinas dendríticas, una finas prolongaciones de las células cerebrales que transmiten mensajes de una célula a otra.
“El hipocampo desempeña un papel clave en la depresión y hallar cambios en esa zona es significativo”, afirmó Bedrosian.
Sin embargo, no se encontraron diferencias entre ambos grupos en cuanto a los niveles de cortisol, la hormona del estrés que se asocia normalmente con las alteraciones en el hipocampo.
Según los científicos, la explicación más plausible para los cambios registrados en el cerebro de los hámsters es un déficit de melatonina, una hormona que deja de secretarse cuando hay luz.
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