El manual tácito de la galantería masculina dice que a una mujer nunca hay que preguntarle la edad, por muy joven que sea su apariencia. Nunca. Un nuevo estudio británico entrega una explicación del porqué: la manera en que se percibe la edad entre los géneros es diametralmente opuesta. Mientras ellas se consideran viejas, en promedio, a los 29 años, ellos lo hacen recién a los 58.
Encuesta dice que para ellas el decaimiento estético es signo de vejez.
¿Por qué esta diferencia? La “culpa” es de una serie de determinantes sociales, explica Emanuel Rechter, sicólogo de la U. Andrés Bello. Mientras para la mujer los atributos más importantes se vinculan con lo estético, en los hombres destacan temas como el éxito y la capacidad laboral, la vitalidad, la capacidad para competir y la potencia sexual. “Aspectos más bien cualitativos”, explica el profesional.
La encuesta, encargada por una compañía inglesa, reveló otras cifras decidoras: un cuarto de ellas dijo que empezaron a sentirse viejas cuando les aparecieron las primeras canas, la mitad cuando comenzó a perder sus encantos físicos (en su mayoría, dicen, producto del embarazo y la lactancia), un 10% cuando su piel -otrora elástica- comenzó a ceder y el 3% cuando empezó a comportarse como una madre. En los hombres, por su parte, dos tercios ven como sinónimo de la vejez la pérdida de rendimiento sexual, mientras que un 22% lo asocia con el momento en que empiezan a creer que la música de los bares está alta. Rechter explica que la importancia que se da a estas características responde a los ciclos vitales de cada género. “Da la impresión de que para las mujeres los 30 años son una barrera importante, debido a la natalidad y el desgaste físico. En cambio, los hombres recién a mediados de los 50 empiezan a encontrarse con achaques, cansancio laboral y baja de rendimiento sexual, cosas que realmente los deprimen”, concluye el sicólogo.
COMENTAR