Los médicos no siguen sus propias recomendaciones

Por BBC Mundo

La mayoría de los médicos suelen recomendar a sus pacientes tratamientos que ellos mismos no usarían, revela una investigación llevada a cabo en Estados Unidos.

El estudio, que incluyó a 2.000 médicos en ese país, pidió a los facultativos que consideraran un escenario médico y eligieran un tratamiento.

Posteriormente se les pidió que se imaginaran a sí mismos como pacientes.

Su elección de tratamiento fue significativamente diferente, afirma el estudio publicado en Archives of Internal Medicine (Archivos de Medicina Interna).

Para sí mismos, los médicos parecen optar por una terapia que tenga una mayor probabilidad de muerte pero una mejor tasa de supervivencia libre de efectos secundarios.

Sin embargo, para sus pacientes los médicos tienden a elegir un tratamiento con más posibilidad de supervivencia, a pesar del impacto en la calidad de vida debido a los efectos secundarios.

“Los pacientes que enfrentan decisiones difíciles a menudo piden a su médico una recomendación” dice el doctor Peter Ubel, de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, quien dirigió el estudio.

“Sin embargo, se sabe poco sobre la forma como los médicos toman sus decisiones al hacer una recomendación”, agrega.

Mortalidad y efectos adversos

El investigador presentó a dos grupos de 2.000 médicos generales de Estados Unidos dos escenarios clínicos distintos, uno a cada grupo.

En el primer escenario se pidió a 500 médicos que se imaginaran que ellos mismos o alguno de sus pacientes acababa de ser diagnosticado con cáncer de colon y debía elegir una de dos operaciones posibles para tratar el tumor.

Ambos procedimientos curarían el cáncer en 80% de los pacientes.

Una de las cirugías había mostrado una tasa más alta de mortalidad pero menos efectos adversos.

Y la segunda tenía una tasa menor de mortalidad pero un pequeño porcentaje de pacientes experimentarían colostomía (una abertura para extraer una parte del colon por la pared abdominal y permitir la salida de las heces), diarrea crónica, obstrucción intestinal intermitente o una herida infectada.

En este grupo un total de 242 médicos regresaron el cuestionario. Cuando se les pidió que imaginaran que ellos eran quienes habían sido diagnosticados con cáncer, 37,8% eligió el procedimiento con una tasa más alta de muerte pero una tasa menor de efectos adversos.

Por otra parte, cuando debían hacer una recomendación a un paciente, sólo 24,5% de los médicos eligió esa opción.

En el segundo escenario se pidió a 1.600 médicos que imaginaran que una nueva cepa de influenza aviar había brotado en Estados Unidos.

Un grupo debía imaginar que ellos mismos habían resultado infectados, y el otro grupo imaginaría que su paciente estaba contagiado.

Se les dijo que había un tratamiento disponible para esa cepa de influenza: un tratamiento de inmunoglobulina, sin el cual las personas que habían contraído la enfermedad tenían un 10% de probabilidad de muerte y un 30% de probabilidad de hospitalización con un promedio de una semana.

Si se tomaba el tratamiento se podría reducir la tasa de eventos adversos de la enfermedad en 50%, sin embargo también podría causar muerte en 1% de los pacientes y parálisis neurológica permanente en 4% de los pacientes.

El cuestionario sobre el escenario de influenza aviar fue contestado por casi 700 médicos.

Entre éstos 62,9% de los médicos eligió, cuando ellos mismos eran los contagiados, privarse del tratamiento de inmunoglobulina para evitar sus efectos adversos.

Sin embargo, cuando se imaginaron que el paciente estaba infectado, sólo 48,5% de los médicos recomendó no tomar el tratamiento.

Acceso a la información

“Cuando los médicos hacen recomendaciones sobre tratamientos piensan de forma distinta de cuando toman esas decisiones para ellos mismos” dice el doctor Ubel.

No queda claro, sin embargo, cuál es la mejor forma de llegar a una decisión sobre un tratamiento: “poniéndose los zapatos” del enfermo o no.

Actualmente, a menudo se desalienta a los médicos a expresar sus opiniones personales cuando se trata de hacer una recomendación y se les estimula a que presenten la evidencia científica y la información relevante para que el paciente pueda tomar la decisión por sí mismo.

“El estudio revela que en algunas circunstancias, hacer una recomendación puede reducir la calidad de la decisión médica. En otras circunstancias, sin embargo, como cuando interfieren las emociones con la mejor toma de decisión, este cambio en la forma de pensar puede conducir a una decisión de más calidad”, dice el doctor Ubel.

Tal como señala Katherine Murphy de la organización británica The Patients Association, “los médicos son, por supuesto, humanos y para sí mismos considerarán las opciones de forma subjetiva independientemente de lo que recomienden a sus pacientes”.

“La diferencia es que los médicos tienen el conocimiento médico que apoya su decisión, mientras que los pacientes a menudo deben confiar totalmente en la información que les da el médico”.

“Por eso es necesario asegurarnos de que los pacientes tengan siempre acceso a la información relevante sobre las opciones de tratamiento para que puedan llegar a la decisión más correcta”, agrega la experta.

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