La hermana Nelly León lleva 12 años como capellana de la cárcel de mujeres de San Joaquín. Y ser testigo de un abuso sexual a una niña de cuarto básico cuando ella trabaja como profesora en Colchagua, le abrió los ojos a lo que en verdad quería hacer para el resto de su vida: trabajar por las mujeres que no puede defenderse.
Fue así que después de una búsqueda llegó hasta la Congregación del Buen Pastor, que terminó llevándola a trabajar en la cárcel de Valparaíso con hombres y mujeres, para luego ser trasladada a Santiago y aterrizar en la cárcel de mujeres de San Joaquín.
Lo que más le impacta hasta el día de hoy es que son las personas pobres las que están presas y no las personas con mayores recursos que han cometido delitos. “En Chile no debiéramos tener mujeres presas, yo les digo que no son delincuentes, que cometieron un error”, asegura.
La hermana Nelly asegura que la sociedad se ve mucho más castigada cuando una mujer cae detenida que cuando lo hace un hombre. “Un hombre hace su prisión más solo, pero sí exigiéndole muchas cosas a las mujeres, hay muchas que están presas porque el hombre les exigía llevar drogas, etc. “Hace un tiempo en Gendarmería se hizo una pequeña estadística, en esta misma unidad, que arrojaba que el 90% de las visitas en una cárcel de hombres son mujeres y en una cárcel de mujeres, el 80% de las visitas son mujeres. El hombre se rearma más fácilmente afuera, la mujer es mucho más fiel en acompañar a su pareja en el proceso de privación de libertad”.
“Cuando se encarcela a una mujer, se encarcela a una familia” , asegura, insistiendo que lo más difícil para las mujeres internas es separarse de sus hijos.
“Este es un tema muy duro de trabajar, tú le hablas de los niños a las mujeres y se derrumba hasta la más dura (…) es muy duro igual para un niño entrar a la cárcel. Si llegan el lunes al colegio y preguntan dónde fuiste el fin de semana, es muy duro para un niño decir fui a ver a mi mamá a la cárcel; además pasan por el allanamiento, donde le bajan su ropa y eso es muy impactante”, relata.
“La mujer sufre una triple condena, la condena por la que está pagando, el abandono de los hijos y la venganza de la pareja o de las personas que le tienen a los niños”, sentencia la hermana.
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