Que la nueva concertación, que ir por el centro. Lo cierto es que el gabinete anunciado por el Presidente electo está lejos de representar esa idea. Y salvo que la miopía sea preocupante, Sebastián Piñera ha optado por quienes representan a la derecha más dura en las diversas materias que han concentrado la discusión política y social, como educación, salud y aborto, entre otras. Dentro de la escasa incorporación de mujeres al grupo, sobretodo en las carteras de mayor injerencia en políticas públicas, me han pedido concentrarme en la persona elegida para asumir como Ministra de la Mujer y Equidad de Género, Isabel Plá, a quien he tenido la oportunidad de conocer como periodista y a quién respeto como mujer que se ha abierto un camino en la política. Sin embargo, para el MINMEG, hubiera preferido otros nombres. Algunas conocidas y otras menos públicas, la derecha cuenta con mujeres de mirada más progresista (para el ultra conservador contexto político chileno) y que concitan un amplio respaldo ciudadano en los temas que a esta cartera le toca impulsar. Karla Rubilar y Lily Pérez, por nombrar algunas, habían demostrado como parlamentarias, la suficiente independencia de su sector y entendimiento de los derechos humanos de las mujeres como para considerarlas en ese rol.
La derecha cuenta con mujeres de mirada más progresista y que concitan un amplio respaldo ciudadano.
Por lo que sabemos de Plá, a través de sus opiniones en diversos medios y plataformas sociales, extraña la nominación en ese cargo de una persona que está completamente fuera de órbita en lo que a derechos de las mujeres se entiende a nivel global. No se trata de ponerse creativo e inventar tu propia manera de definir la autonomía de las congéneres y que casualmente, esa forma que consideras tan vanguardista, vaya en la dirección contraria del dónde o cómo han avanzado en esta materia los países desarrollados y la legislación internacional. Isabel me parece una mujer seria y trabajadora, desde ese punto de vista, espero que comience a rodearse de nuevas lecturas, aprendizajes y experiencias que le permitan entender de qué hablamos cuando hablamos de un Ministerio que debe trabajar por acortar las brechas e inequidades de género en la sociedad y que eso no es un mero decir ni un intento de barnizar la superficie de otro color. Se trata de cambios profundos, temas de fondo, muchas veces difíciles de digerir, y que, además, hoy se mezclan con otros quehaceres de las relaciones entre los países; por algo, estos últimos años Chile ha impulsado y firmado Capítulos de Género y Comercio en el marco de los Tratados de Libre Comercio con importantes economías y se ha convertido en un país líder mundial en la materia.
No podemos tener una Ministra que esté fuera de tono o a la que se le mire con extrañeza en las reuniones con líderes del orbe.
Hablamos de una cartera que presenta grandes desafíos a los que el contexto internacional está atento, como la implementación de la Ley de despenalización del aborto en tres causales y la posibilidad de que en APEC Chile 2019, una de las prioridades sea incrementar la participación de las mujeres en las economías. Y en ese escenario, no podemos tener una Ministra que esté fuera de tono o a la que se le mire con extrañeza en las reuniones con líderes del orbe (no queremos jugar a ser los nuevos Trump en la mesa).
Quiero actuar de buena fe y esperar que su experiencia e inteligencia le permitan asumir el cargo con altura de miras, dejando de lado un rol político como enclave de un partido en extremo conservador y entendiendo su labor como el de una mujer que, desde el Estado, encausará las acciones que representen a todas y todos los chilenos que estamos a favor de seguir trabajando por la equidad de género y la igualdad de oportunidades, según piden los tiempos que corren.
Karla Rubilar y Lily Pérez, por nombrar algunas, habían demostrado como parlamentarias, la suficiente independencia de su sector y entendimiento de los derechos humanos de las mujeres como para considerarlas en ese rol.
Lo que Isabel no puede hacer y espero que no haga, es poner en riesgo la institucionalidad tan necesaria y que tanto nos costó tener o los avances en materia de derechos humanos para las mujeres que hemos conseguido como país y que la amplia mayoría de los chilenos aprueba, muy restrictivos aún para la realidad mundial, pero en línea con la mirada de los organismos internacionales, el mundo desarrollado y el contexto internacional. Por supuesto, le deseo éxito en esa tarea.
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