Gana “Una Mujer Fantástica” y gana obviamente la visibilidad trans, lo que sin duda es algo que a la disidencia nos debe poner muy contentas y relevar la importancia de existir cuando la norma es la exclusión e invisibilización.
Sin embargo, la realidad que muestra no es la del grueso de la población trans en Chile, que vive un extremo de precarización de su vidas, donde la marginación y la violencia son la cotidianidad y se les niega el acceso a distintas esferas de la sociedad, como la educación, la salud, el trabajo formal y por supuesto la política.
La respuesta para nuestras demandas siempre será la organización y la articulación desde el feminismo con los movimientos sociales que son oposición al capitalismo patriarcal.
Marina, de alguna forma, nos interpela mucho más a esa minoría de las trans que vivimos de forma privilegiada. Obviar eso sería un error, pero bajarle el perfil a lo sucedido también. Lo que importa ahora es hacia dónde avanzar y hacerlo sin doble estándar, como lo ha hecho la Nueva Mayoria (ni hablar de la derecha) sin darle urgencia a debates como el de la Ley de Identidad de Género desde el principio y no como movida electoral o cierre con broche de oro del actual gobierno. Cuestión que, cabe mencionar, es solo un primer paso para nuestro reconocimiento como parte de la sociedad.
De todas maneras, la pelea sigue, cosas cómo está son un gran aporte, sí, pero la respuesta para nuestras demandas siempre será la organización y la articulación desde el feminismo con los movimientos sociales que son oposición al capitalismo patriarcal. En eso estamos desde la Coordinadora 8 de marzo, o por lo menos hacia allá pretendemos avanzar.
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