El proceso social que estamos viviendo ha generado incertidumbre en los distintos espacios de la vida cotidiana, entre ellos, el laboral.
Por esta razón, Marcela San Vicente, coach y socia directora de la consultora Dinámicas Humanas, entrega recomendaciones para enfrentar la coyuntura laboral desde la perspectiva del liderazgo femenino. La razón es que “quienes tienen una energía femenina más desarrollada cuentan con una ventaja en este momento, ya que de ella emerge la contención y la empatía necesarias hoy”, analiza la experta.
Esto no significa que haya que hacer una diferencia de género en el liderazgo, ya que muchos hombres la tienen muy desarrollada.
¿Qué es la empatía?
A juicio de Marcela San Vicente, “la empatía es mucho más que ponerse en el lugar del otro. Es tener la capacidad de percibir -dentro del contexto sistémico que está viviendo el otro- qué emociones puede estar sintiendo. A veces podemos hasta llegar a sentirlas”.
“Muchas veces, dentro del ejercicio del liderazgo, uno de los grandes miedos es que cuando alguien me cuenta algo de sí mismo, tengo que hacerme cargo. Pero no es eso, el objetivo es acompañarse mutuamente. Es decir, a mí me pasan cosas -seguramente iguales o muy parecidas a las que le pasan al otro- y nos podemos acompañar desde ese lugar. Tener desarrollada esa energía femenina nos permite mirar con perspectiva y madurez la situación actual, para poder acompañar a los equipos”, cuenta.
¿Cuáles son las recomendaciones para el día a día en el trabajo?
Realizar un “check in:
En acciones bien concretas, lo ideal es partir el día con un rito de “check in”. Basta hacer una pregunta simple a la otra persona: ¿Cómo estás?
Con la energía femenina de por medio, y con una genuina apertura, se generan conversaciones que nos pueden llevar a distintos territorios en el crecimiento del equipo. Saber cómo llega cada uno a la reunión -el estado anímico, emocional, de cansancio, alegría, preocupación o desafíos que acumula– también nos ayuda a cumplir nuestro propósito desde lo vincular para concentrarnos en nuestros resultados de negocio.
Definir una reunión:
Lo ideal es estructurar el encuentro. El poder conversar como equipo o como compañía es un espacio importante que muchas veces queda relegado a conversaciones de pasillo. Ese espacio colectivo ayuda a las personas a mostrar lo que están sintiendo, poniendo su humanidad al centro integrada con su rol en el trabajo.
Nos abre la posibilidad de salir de una eventual negación de lo que nos está ocurriendo para comprender que es “normal” sentir miedo e incertidumbre. Es algo que nos pasa a todos, ya que no sabemos cuándo ni cómo terminará este proceso.
Las emociones nos predisponen a ciertas acciones. Por ejemplo, si en nuestro equipo tenemos a alguna persona con miedo, su capacidad para tomar decisiones o coordinar acciones estará disminuida. Darnos cuenta de ello como líderes de equipos de trabajo nos hará ser más efectivos en la contención y el propósito de la empresa.
Mostrar nuestra vulnerabilidad:
Es importante revelar nuestra vulnerabilidad, mostrar que, si bien podemos tener una jerarquía distinta por nuestro nivel de responsabilidad, a nivel humano estamos todos en el mismo barco y somos iguales.
Vulnerabilidad no es lo mismo que debilidad. Es simplemente tener la capacidad de decir “no sé”, de actuar con miedo e incertidumbre, sin que eso me paralice. Asumir que estamos expuestos es una demostración de coraje. Es en momentos como este, con un trabajo de equipo en el que se muestra la vulnerabilidad, en los que habitualmente surgen las mejores ideas para dar sostenibilidad a un negocio.
Hacer las preguntas difíciles:
Estamos en un momento de inflexión que podemos aprovechar positivamente para la cohesión del equipo y para bajar la tensión frente a preguntas que hoy nos hacemos: ¿Seguiremos con trabajo?, ¿la empresa se verá afectada? A veces nos da miedo poner esas preguntas sobre la mesa, pero hacerlo alivia. Aliviar esa tensión nos permite enfocarnos en aquello que está en nuestro ámbito de influencia.
Necesitamos administrar los miedos que nos surgen -a perder el trabajo, a que la empresa se vea afectada, a que exista más violencia, entre tantos otros-. Para eso es imprescindible reconocerlos y normalizar el sentirlos.
La pregunta que nos puede abrir a visualizar nuestras posibilidades es ¿dónde tengo capacidad de influencia? La respuesta nos conectará con nuestros recursos y nos daremos cuenta de que tenemos los recursos necesarios para enfrentar esta crisis. Así el miedo disminuye.
Verificar si el objetivo se cumplió:
Al final de la reunión, es valioso que la líder de equipo chequee si el propósito del encuentro se cumplió o no. No se trata sólo de acompañarnos en lo emocional, sino también de tomar decisiones que nos hagan efectivos como grupo de trabajo.
La importancia de la escucha
La cohesión del equipo y las acciones que necesitamos llevar a cabo dentro de la empresa se integran a través de esa escucha y de ese acompañamiento. Poner foco en esas tareas también nos ayuda a salir de este estado emocional complejo en el que nos encontramos. Es un círculo virtuoso donde ponemos energía en nuestro equipo, y desde ahí desplegamos nuestra productividad para lograr la igualdad que queremos.
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