Cuando a una mujer le diagnostican cáncer, el mundo da un giro por completo. Muchas, se preocupan en función del resto, en especial aquellas con hijos. Otras, sobre los efectos del tratamiento, que puede ser muy invasivo. Es tanto lo que pasa por las cabezas de estas mujeres, que es muy fácil que se les olvide algo tan fundamental como cuidar la piel, y querer verse lindas.
¿Es superficial que una mujer quiera maquillarse o sentirse linda cuando está pasando por un momento tan difícil? No, según Marianella Díaz, make up artist y voluntaria de la fundación Luzca bien, quien nos cuenta que “somos mujeres y nos gusta vernos hermosas siempre. Nunca hay que perder la belleza, sin importar la situación que vivas. Esto te sube el autoestima, porque la belleza viene de adentro, pero hay que transferirlo afuera”.
Organizados por Red Salud UC, Marianella es parte de un grupo de voluntarias que se reúnen con pacientes en distintas etapas de cáncer, para ayudarlas a realzar su belleza.
Por esto, ella sabe qué es lo que más cambia en el rostro de las mujeres con cáncer, y les enseña a disminuirlo. “Lo primero que les aparece son las ojeras, que se ven más marcadas. Las cejas se van, y se ve cansancio en los ojos, fatiga”.
La intención de Marianella y el resto de las voluntarias, es que la mujer no pierda su identidad a causa del cáncer y que no se convierta en “una persona enferma”. Lo que buscan es que las pacientes se sientan “como la misma persona de siempre”.
“Es muy fuerte cuando ves que tu pelo se está cayendo”
Entre las mujeres que fueron al taller de auto-maquillaje, se encuentra Adriana, de 60 años, quien ya viene de regreso, tras haberse enfrentado al cáncer. Ella nos contó cómo el cuidado de su apariencia le ayudó a mantener su alegría durante los difíciles momentos que pasó.
Adriana nos contó que, tras ser diagnosticada “lo primero que hice fue ir a ver a una dermatóloga. Ella me miró la piel y me recomendó unas cremas, porque la quimioterapia y la radioterapia provocan mucha sequedad en la piel”.
“El tener que echarme cremas, me obligaba a mirarme, a preocuparme”, cuenta Adriana, agregando que “todo el día te preocupas del tratamiento, de la terapia, entonces la hora en que aplicaba las cremas era un tiempo de coquetería“.
“Yo estaba muy pálida, entonces empecé a usar labiales de colores entretenidos”, explica.
Pero lo que más marco a Adriana, después del diagnóstico, fue ver el cambio físico más notorio: la pérdida del cabello.
“A mi me preocupaba mucho mi pelo. Me había hecho un alisado de keratina, tenía melena y todo. Cuando se me empezó a caer el pelo, fue un golpe muy fuerte. Entonces, un día le dije a mi hija ‘Mira Pía, ya este pelo no da para más’. Y nos fuimos a la peluquería”.
“Uno siempre encuentra ángeles en el camino. Fuimos a un salón y la dueña tuvo un gesto muy hermoso, porque cerró su salón y solo quedamos mi hija, ella y yo. Ahí me rasuró. Es un golpe muy fuerte cuando ves que tu pelo se está cayendo y estás quedando calva”.
“Me puse la peluca, que nunca más usé, y llegué a mi casa. Hasta la noche, que me fui a acostar, con mi marido nada. Yo no me atrevía (a mostrarle). Y él me dijo ‘Yo te amo así, como eres’. Y yo me saqué la peluca, nos abrazamos. Fue un momento muy lindo”.
Según el sitio web Cancer.org, Luzca bien, siéntase mejor, es “un programa comunitario de servicio gratuito, que ayuda a las mujeres pacientes de cáncer a mejorar su apariencia y auto-imagen, al enseñarles técnicas de belleza para sobrellevar los efectos secundarios en la apariencia, que causan los tratamientos de quimioterapia y radioterapia”.
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