La forma de vestir es un arma de doble filo con el que se puede conseguir aprobación o repulsión por parte del entorno. Esto bien lo saben los políticos y por ello tienen asesores deimagen que les dicen cómo aplicar correctamente la ” semiótica del vestuario”, tal como en su época de poder lo hizo Margaret Thatcher, mientras estuvo al frente de la sociedad inglesa.
Decisión e inflexibilidad son algunas de las cualidades con las que el mundo entero siempre asoció a la recientemente fallecida Margaret Thatcher, la ex primera ministra de Reino Unido que hoy falleció a los 87 años. Sin embargo, esos rasgos duros fueron clave en su llegada al poder político de su país, y que con el tiempo se forjaron en la estampa de su periodo de gobierno, que la hicieron marcar una etapa en la historia del mundo.
La “Dama de Hierro” -apodo que se ganó por su firme oposición a la Unión Soviética- escondía una emocionalidad y amor maternal que debió esconder detrás de su pulcra y estoica imagen, pero que en realidad sólo eran una fachada que tuvo que cultivar para estar a la par con los hombres en la Europa machista de fines de los 50´s. Pero, ¿que había detrás del look de Margaret Thatcher?
La semiótica del vestuario
El significado de la ropa es esencial en cualquier creación de una imagen y bien los sabían los asesores que ayudaron a Thatcher a llegar al parlamento inglés. Ellos refrescaron el look de la primera dama -tomando en cuenta la época en que comenzó su carrera política- para ser más atractiva y proyectarse más segura ante los votantes.
Antes de llegar al poder ella tenía una apariencia más común: usaba conjuntos de faldas con blusas normales y un peinado recogido. Pero era tiempo de lograr un aspecto más imponente y serio, y no tan maternal como el que mostraba. En este camino del “fashion emergency electoral” sus asesores optaron por hacerla usar vestidos más formales, que la hicieran ver más sofisticada y determinada, lo que también fue potenciado por su característico cabello con tratamiento permanente, que hacía que a la mandataria de Inglaterra no se le moviera ni un pelo.
A esto se sumó un curso de oratoria y de proyección de la voz que la hicieron adquirir una forma de hablar más fuerte y grave, con lo que pudo enfrentar firmemente los momentos en que tenía que intervenir en salones llenos de parlamentarios hombres.
El mítico vestido azul
El ejemplo más recordado de la importancia que tuvo el vestuario durante la época de poder de Margaret Thatcher, fue el atuendo que usó para la primera foto oficial, tras asumir como primera ministra de Reino Unido en 1979. Para la ocasión usó un vestido azul real, con bordados por la parte interna, que también venía con una chaqueta unida al traje.
Esta elección no sólo fue para imponer moda y gusto, sino que para aplicar la semiótica del vestuario: el azul es un color masculino, que entrega autoridad, y con el que logró generar confianza, sobre todo en la sociedad masculina, que en un principio estaba en su contra. Pero como la Dama de Hierro siempre fue “pro género”, nunca abandonó su lado femenino; por ello, las polleras y vestidos siempre fueron prendas básicas en su clóset y en su joyero los collares y aros de perla fueron el accesorio que siempre estuvo, tanto en los discursos importantes, como en las comidas de placer.
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