Cumplió un año desde que hizo su primer traje oficial. Tiago Correa se aventuró en el diseño y decidió lanzarse con un proyecto que ya tenía pensado hace varios años: una sastrería.
“Desde chico me gustó vestirme bien, distinto. Y cuando salí de la escuela de teatro pensé en armar una línea de ropa, pero era eso o convertirme en actor”, dice el actor, agregando que “hace dos años decidí retomarlo, hice un estudio y me surgió el gusto por la sastrería”.
Tiago cuenta que “tengo el rollo de que quiero reivindicar al caballero chileno, que el hombre vuelva a ser caballero poniéndose un traje, una camisa, un prendedor y sabiéndolos llevar”.
Piezas únicas
El actor indica que, la gran gracia de su emprendimiento es que cuenta con piezas exclusivas hechas a la medida.
“Junto a mi socio, Alexis Espinoza, nos demoramos 25 días en entregarte un traje. Es un proceso que parte con una conversación de una hora, dos horas, donde yo me entero cómo es mi cliente. La idea es sacarle brillo a su personalidad. Después se hacen tres pruebas para el armado del traje, que es armado en el cuerpo del cliente”, cuenta.
Entonces, comprar un “Caballo Negro” es toda una experiencia…
Es que esa es la idea. La gente que se compra un traje acá sabe exactamente de que está hecho, cómo está hecho, se va a acordar de cuántos puntos tiene, como está armado por dentro. Es un recuerdo súper bonito de todo el proceso. En cambio, uno en las tiendas compra un producto que no tiene idea quién lo hizo. Acá trabajamos sólo con sastres que trabajan la sastrería antigua.
¿En qué te inspiras para diseñar tus trajes?
Yo mezclo mucho, épocas antiguas y las revisito con un rollo actual, siempre estoy haciendo remasterizaciones. Y siempre armamos los trajes tratando de anclarlos a una época, a un contexto histórico o del cine.
“La elegancia es hacer lo que todos hacen de una forma única”…….. BrandSpirit @lasantisima.cl
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¿Cómo ves el vestuario del hombre chileno?
En la sociedad chilena el hombre adquirió un rol de pasar piola, sobre todo después de la dictadura. Si no pasabas piola, tenías peligro. Entonces ahí entró muy fuerte la ropa americana, el fast fashion. Con eso el hombre chileno ocupó un lugar como de “no tengo que brillar, porque si lo hago voy a ser tildado de homosexual o egocéntrico”. Pero las nuevas generaciones están rompiendo con eso. Y me gusta, porque empieza a borrarse la masa y a aparecer las individualidades.
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