Columna de opinión: Maldita amiga

Por Biut y Agencias

Todas tenemos una amiga que odiamos. Que saludamos a diario, está cerca de nuestro círculo más cercano, e incluso que confía en  nosotros. Pero, que en el fondo, nosotras no confiamos en ella. Todas la tenemos.  O al menos, me he convencido de que es así, y que por ende, no soy el único especímen de este mundo que tenga que lidiar con ella. La odiamos porque es linda, porque es simpática, porque todos ríen con ella, y porque por donde pasa, algún chico suspira en su andar. La odiamos porque no tiene las puntas partidas, porque no hay ninguna opción que aunque desayune un kilo de pan le salga algún mínimo rollito, y porque aunque se vista todo el día con pijama, ese día se verá bien. Mi amiga es así. Es despreocupada, inconsciente, pero feliz. Pareciera que no tiene problemas, y que yo más encima de cargar con los míos, tengo que cargar con los de ella. Porque que ella salga con un chico, significa que mi lista de encontrar un buen partido se reduce, o que ella salga a trotar, cuando me la encuentre de frente y vea que ni traspira, y que su delgadez me transforma a mí en una obesa a su lado, ninguno de los miles de kilómetros que yo haya corrido habrán valido la pena.  Bueno, como ven, mi amiga es una lata. Pero no se confundan, no estoy hablando de Julieta mi confidente. A ella jamás podría pelarla. Por el contrario, es con J, que nos juntamos a entender por qué hay gente así en este mundo. O al menos, en nuestro mundo.

Bueno, con esta amiga me encontré en el último concierto al que fui. Cancha llena, graderías, asientos y todos los lugares repletos. Filas para el baño, la cafetería colapsada, todo era un caos. Todo para ver, en pocos minutos, tocar a mi banda favorita. Creo que eso me tenía tan feliz. Feliz hasta que…miro por sobre las cabezas de la gente y la veo a ella. Mina, regia, sin pintura y provocando que todos se dieran vuelta a mirarla. Como siempre. Mientras yo estaba en el lugar número 15 de la fila para cumplir simplemente con mis necesidades básicas. Mi “amiga” comenzó a acercarse. Todos la saludaban, porque obvio ella era lo más top y popular que hay. Seguía acercándose, hasta que me la encontré de frente. Hola, me dijo. Cómo va la vida. Bien, le respondí…En eso sonó su celular. Hasta el sonido era nice… Qué dices? Exclamó. Por supuesto, parto de inmediato para allá. Por primera vez no había una sonrisa en su cara. Comencé a preocuparme cuando escucho que me dice. ¿Quieres mis entradas?, son VIP, y tendré que irme. Ahí estaba yo, esperando el baño con dos entradas para la mejor de las ubicaciones de mi querido y ansiado espectáculo. De un minuto a otro me di cuenta que mi “amiga” me había dejado con todos esos malos pensamientos dando bote. Que en una sola frase de ofrecimiento me había enseñado a callarme hasta conocer a la gente. Aprendí, juro que aprendí. Aunque, siempre va a ser cierto que, en todo círculo hay una maldita amiga. Sino, pregúntele a las Supernova.

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