Consumistas de invierno

Por Camila Essus

Las bajas temperaturas de esta época, llevan especialmente a las mujeres a buscar abrigo más allá de la vestimenta y  consumir productos con alto contenido calórico sin importar sus características. ¿Por qué? Los consumidores adaptan su satisfacción de necesidades no sólo en base al precio como determinante de compra, sino a otras consideraciones que hacen respecto a los productos; en este caso, a la temperatura ambiente a la que se ven expuestos y que buscan paliar.

Para resolver cómo se comportan las chilenas durante invierno, Mariana Osorio, Directora de la Escuela de Ingeniería Comercial de la Universidad del Pacífico, explicó a Biut sus pautas de consumo.

Para Mariana Osorio, durante invierno el sedentarismo se apodera de parte importante de los consumidores;  y ello provoca varios cambios en la rutina. “Hay un mayor porcentaje del tiempo destinado a pasar en casa y por lo tanto, la vida se vuelve más cómoda y sin la preocupación de cuidar la línea y la dieta”, asegura la especialista.

Sin embargo, mantener una alimentación balanceada durante estos fríos meses no es imposible. No es necesario cambiar los alimentos que se consumen, sino sólo ingerirlos de forma balanceada. Considerando las preferencias reales de los consumidores del país, se podría optar por consumir legumbres, sopas  y verduras, cocinadas como platos calientes.

Además de las comidas calientes, una recomendación extra que entrega la especialista en este sentido es respecto a las exquisiteces de este período, aleccción considerada como predominante en las decisiones de compra. “Las típicas sopaipillas pasadas, deben consumirse moderadamente; en especial si las personas sufren de algún tipo de problemas con el azúcar y la obesidad”.

¿En qué fijarse cuando compramos?

Como en toda época del año, es importante el factor precio de los alimentos y de manera importante también, los ingredientes que estos contienen.

Cada vez que se adquiere un producto, el consumidor debiera tener claro sus componentes y discernir en base a ellos, y a su propia realidad, en términos fundamentalmente de salud, si es conveniente consumirlo o no.

Un aspecto válido a considerar en este sentido, es que el consumidor se adelante a las expectativas físicas con las que se proyecta para los meses de verano y cuidarse en el período de invierno como una reserva de buen estado físico que no se dificultará tanto alcanzar después, cuando llegue el momento de vestir de manera más liviana, lo que no permite esconder “los rollitos de más”.

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