Priest, el vengador
(Crítica por Gonzalo Maza)
De los subgéneros bastardos que han aparecido en la maquinaria hollywoodense de los últimos años, quizás el más estólido de todos sea el thriller posapocalíptico de ciencia ficción. Llámese de esta manera a las distopias futuristas que cuentan que tras grandes guerras, la Tierra (o un mundo paralelo a esta) está dominada por sicarios, delincuentes de baja estofa y monstruos impredecibles que atacan dando gritos para hacer saltar a la platea del Dolby 5.1.
Priest es más o menos eso: en un mundo en que los sacerdotes fueron a la guerra por siglos para enfrentarse a los vampiros, la batalla parece haber terminado, pero los vampiros preparan la revancha y hay un cura bueno para las patadas que debe salvar a su hija (no pregunten por qué tiene hija si es cura). La película se toma totalmente en serio y parte muy mal, pero hay que tenerle paciencia, porque en la segunda parte (cuando el que toma protagonismo es un tren lleno de vampiros que corre por un desierto) está lo mejorcito. Como entretención está apenas un escalón sobre el promedio y, por cierto, no vale la pena verla en 3D.
Priest, el vengador
Director: Scott Charles Stewart.
Con Paul Bettany, Cam Gigandet, Maggie Q.
Ciencia ficción.
87 minutos.
EEUU, 2011
Mayores de 14 años
Mi abuela es un peligro 3
(Crítica por Daniel Villalobos)
Desde Eddie Murphy hasta los hermanos Wayans, la moda de comediantes negros disfrazados de señoras es un fenómeno cultural que Hollywood nunca termina de exprimir. En esta tercera parte de la serie iniciada en 2000, volvemos a encontrarnos con el agente del FBI Malcolm Turner. Luego de que su hijastro presencie un asesinato de la mafia, Turner decide que ambos (disfrazados de mujer) se refugien en un exclusivo colegio de señoritas mientras resuelven el caso.
La referencia más obvia es Una Eva y dos Adanes (1959), donde Tony Curtis y Jack Lemmon huían de los gánsteres trasvestidos entre las integrantes de una orquesta femenina. Pero, en verdad, Mi abuela es un peligro 3 existe mucho más allá del guiño cinéfilo. Su humor es infantil y sus recursos van de lo grueso a lo repetido, incluyendo la subtrama de rigor, donde un tipo intenta llamar la atención de una chica que le ve como otra compañera.
A ratos divierte, pero el efecto final es contradictorio: la impresión es que este producto -cuya premisa daba material para un sinfín de segundas lecturas de tipo sexual- ha sido blanqueado hasta funcionar mucho mejor como cine infantil hecho y derecho.
Mi Abuela es un Peligro 3
Director: John Whitesell
Con Martin Lawrence, Brandon T. Jackson.
Comedia. 107 minutos.
EEUU, 2011
Todo espectador
Sólo tres días
(Crítica por René Martín)
Desayuno familiar. Un papá que es profesor de literatura, una madre ejecutiva y el pequeño hijo del matrimonio comparten antes de comenzar el día. La escena es interrumpida cuando la policía entra al hogar y arresta a la mujer. El cargo es asesinato y la detención lleva a la inculpada a una prisión lejana. Pero, ¿cómo? ¿Puede esta mujer (buena esposa, devota madre) haber cometido el crimen que se le imputa? Su marido piensa que no. Por ello, agotará todos los recursos legales para sacarla de la prisión. Y cuando la legalidad ya no le dé más opciones, bueno, el bajo mundo entrará a operar.
El cine de Paul Haggis nunca ha sido muy matizado ni controlado. Sus películas (la sobrevalorada Crash, la incomprendida En el valle de Elah) no son ejemplos de mesura o contención. Su trabajo como guionista también navega por las aguas lacrimosas, aunque ha tenido la suerte de contar con un director (Clint Eastwood) que ha sabido, en la medida de lo posible, controlar sus excesos en títulos como Million dollar baby o Cartas de Iwo Jima.
En Sólo tres días, Haggis rehace el filme francés Pour elle, se olvida de propósitos edificantes e ingresa en mundos hitchckonianos, donde un hombre común y corriente es llevado al límite de sus capacidades. El resultado es un thriller hecho y derecho. Suspenso, acción y alguno que otro momento de drama humano se hacen presentes y el saldo es quizás el más accesible de las cuatro películas en que Haggis ha servido como director. Es también un gran sinsentido si se le analiza bien, pero eso no es un pecado tan grave.
El marido, John (un Russel Crowe al parecer adicto al Ravotril), parte siendo un tipo cualquiera, que nunca ha visto la violencia ni coqueteado con el delito. ¿Se entiende entonces que, al caer la última apelación de su mujer, se transforme en un genio del escape de prisión en tiempo récord? ¿Es posible que piense en todo lo que ocurrirá y en lo que harán los policías y en qué, cómo y dónde buscarán? En sólo tres meses es capaz de urdir un plan perfecto gracias a los consejos de un prófugo que ha escapado de la prisión muchas veces y a la ayuda de internet. Siempre dos pasos adelante de la policía y el espectador, John teje un enmarañado programa para liberar a su esposa Lara, Elizabeth Banks. El entramado es difícil de comprar, aunque podamos disfrutarlo. A pesar de la escasa verosimilitud, de la falta de mirada y de la pretensión de entrar a la mente o los sentimientos del protagonista, la cinta “funciona”. Podría ser hasta un tributo al amor conyugal. Aunque es más probable que sea una experiencia sin mucho sentido y llena de adrenalina. Esto no la hace una mala película; la hace una película extraviada, pero eficaz.
Está bien. No está el horno para andar pidiendo más. La cartelera está llena de gente disfrazada, de animaciones olvidables y de cintas en 3D tan planas como la pantalla en que se proyectan. Acá al menos hay una historia con atisbos de humanidad en torno a una trama (algo) terrenal que se agradece. Incluso, no siendo muy convincente.
Solo tres dias
Director: Paul Haggis
Con Russel Crowe, Elizabeth Banks, Olivia Wilde.
Thriller. 122 minutos
Estados Unidos – Francia, 2010
Mayores de 14 años.
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