La vida intrauterina aún resulta un misterio que guarda varias interrogantes para el mundo de la ciencia. Sin embargo, cada día se realizan nuevos y asombrosos descubrimientos en la materia, desde la interacción que existe entre gemelos en el útero o cómo los fetos pueden reconocer sonidos y voces desde muy temprano, hasta conocer complejos procesos asociados a la formación del cerebro y sus tempranas capacidades.
De esta forma, se ha visto que a las 22 semanas de gestación, el feto ya muestra actividad cerebral, aunque en forma intermitente (medida a través de un encefalograma). Dos semanas después, la señal será continua. Es entonces cuando aparecen unos patrones básicos de sueño y vigilia.
En tanto, a la semana 26 se establecen las primeras conexiones cerebrales, un proceso que se realiza en forma más acabada en la semana 30. Asimismo, se ha observado que fetos en el tercer trimestre tienen cierta habilidad de “aprender”, es decir, de acostumbrarse a estímulos determinados e, incluso, dar respuestas de memoria a corto plazo.
¿Sienten dolor?
El doctor Jorge Carvajal, gineco-obstetra de la División de Obstetricia y Ginecología UC, y especialista en medicina materno fetal aclara que no es fácil determinar en qué momento un feto comienza a sentir dolor, en primer lugar “porque no existe un parámetro claro (o sobre el cual exista consenso) para decidir a qué debemos llamar ‘sentir dolor'”. Sin embargo, el concepto más frecuentemente expresado en el ámbito científico es que los fetos son capaces de sentir dolor desde las 26 semanas en adelante”.
En efecto, varias investigaciones han demostrado que a partir de ese momento el feto ya cuenta con los circuitos cerebrales necesarios para sentir esta sensación y que se producen reacciones bioquímicas similares a lo que consideramos dolor.
“La experiencia personal también muestra que los recién nacidos prematuros extremos presentan respuestas frente a estímulos dolorosos, incluyendo los nacidos desde las 26 semanas en adelante”, indica el doctor Carvajal.
Mediante experimentos en animales -principalmente en ovejas- se ha demostrado que todos los sentidos están activos mientras el feto está in útero: visión, gusto, tacto, audición. Sólo la capacidad olfatoria no ha podido ser demostrada, por estar en un medio líquido.
Si bien una reciente investigación de la University College London sostiene que los bebés pueden distinguir diferentes estímulos dolorosos recién a partir de la semana 35 de gestación (con reacciones cerebrales específicas, muy similares a las de un niño o adulto), los mismos autores -liderados por la doctora Rebeca Slater- reconocieron que “no podemos afirmar que antes de este cambio en su actividad cerebral los fetos no sientan dolor”.
Por otro lado, se trata de resultados que aún deben ser confirmados a través de otros estudios más amplios y acabados.
De todas formas, el doctor Carvajal recalca que la percepción del dolor, tal como la sienten los adultos, no debiera ser el único parámetro a considerar a la hora de realizar una intervención que ponga fin a la vida de un feto en desarrollo. “La decisión respecto de si es éticamente admisible el aborto, obviamente, va mucho más allá del hecho de sentir dolor o no. La decisión se basa en reflexiones respecto al momento en el cual el embrión/feto debe ser considerado persona humana y, por lo tanto, sujeto de todos los derechos que concedemos a los humanos como el derecho a la vida”, concluye este especialista.
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