Comienza la primavera y los trabajadores de algunas empresas capitalinas abandonan las cuatro paredes de sus oficinas para instalar los computadores en la terraza o a la sombre de un árbol. Y en lugar de tener que discutir proyectos en torno a una mesa de directorio, lo hacen debajo de un quitasol en el jardín. O cuando llega la hora de almuerzo, se sientan al borde de la piscina que está en el patio trasero de la empresa para compartir con sus compañeros. A veces, incluso, organizan un asado y antes de volver a sus labores juegan una partida de pimpón o taca taca.
Generalmente, son empresas ligadas a rubros creativos e innovadores. Así lo confirma Rodrigo Garib, director de Great Place to Work, organización internacional que todos los años realiza un ranking con los mejores lugares para trabajar. “Lo habitual es encontrar este tipo de instalaciones en agencias de publicidad, productoras audiovisuales, medios de comunicación o empresas dedicadas a la tecnología. La tendencia comenzó a desarrollarse en Silicon Valley, como en Google, que tiene hasta lavandería para sus empleados. Ellos buscan romper esquemas, para que el espacio en el que trabajan funcione como generador de ideas. Un buen sueldo ya no es suficiente”, dice Garib.
Según él, en Santiago esta tendencia ha cobrado más fuerza desde hace un par de años. Es más, cuenta que las empresas están considerando crear un ambiente así al momento de diseñar sus oficinas. Todo, para promover la creatividad con áreas donde los empleados puedan vincularse y generar lazos de confianza.
“Son lugares que buscan asemejarse al living de una casa, con sillones para ver televisión, minibar y música. Lo importante es que no sean sólo accesorios, sino que también haya una filosofía de la empresa que invite a usarlos”, asegura el ingeniero civil.
La empresa sudafricana Moonlighting, que entrega servicios de producción a compañías que vienen a filmar comerciales a Santiago, se instaló en 2006 en una casa en Av. Santa María, en Lo Curro.
Un enorme antejardín de pastos verdes da la bienvenida y adentro se aprecia la mayoría de los escritorios.
Pero lo más llamativo ocurre en el patio trasero. Ahí, en medio de las plantas, productores, locacionistas y directores de arte trabajan en sus computadores portátiles sentados en la terraza. Otros, optan por ubicarse junto a la piscina o al alero de un quitasol.
“Nuestro jardín es un espacio multifuncional, que se adapta a las necesidades de los proyectos de producción. Si hay una prueba de vestuario con modelos, instalamos una carpa con percheros, o si hay una reunión con clientes, los recibimos en la mesa de la terraza”, explica Javier Cuneo, coordinador de producción en Moonlighting.
Según él, los clientes extranjeros quedan sorprendidos: “No están acostumbrados a asociar este tipo de ambientes con lo laboral. Trabajar con aroma a flores es muy distinto a hacerlo con olor a aire acondicionado”. Más de algún director no ha aguantado la tentación y el calor y ha terminado por darse un chapuzón en el agua. “Nosotros, incluso, después de almorzar, a veces metemos los pies mientras fumamos un cigarro”.
Otra oficina con estas características es la que ocupan la productora Blanchard y la agencia de publicidad Dolce, ubicada en Av. Los Conquistadores. El inmueble, construido en 2007, no se ve como cualquiera al primer golpe de vista: es una estructura de contenedores que se eleva en tres pisos y está decorada con colores flúor por dentro.
Su dueño, Max Blanchard, explica que el espíritu de la empresa es pasarlo bien trabajando. Por eso, cada empleado tiene su propia toalla para darse un baño en la piscina del patio a la hora de almuerzo. “Los viernes hacemos asados. A veces, también hot-dogs”, agrega.
En el segundo piso hay un sector que fue bautizado como “la plaza”. Allí hay una mesa de taca taca, sillones para descansar y la música suena a todo volumen. En verano, dejan los ventanales abiertos para que dé la sensación de estar al aire libre. Al caminar por un pasillo, se llega a una amplia terraza que tiene vista al cerro San Cristóbal.
La agencia de publicad Grey es una casa de marcado estilo francés ubicada en Eliodoro Yáñez, cerca de Los Leones, que fue adaptada para albergar espacios que fomenten las ideas.
“Los creativos de la agencia se instalan en la terraza a trabajar. Ahí hay una mesa de pimpón y un taca taca. Ellos juegan y después, piensan”, cuenta Oscar Lizarralde, vicepresidente de Grey. Además, hay una sala, “la de la creatividad”, con una pantalla gigante, sillones cómodos y pufs.
Camilo Valenzuela, redactor creativo de Grey, advierte, eso sí, que a pesar de todos los accesorios con los que cuentan, “no se trata de interrumpir el trabajo a media mañana para ir a jugar pimpón. Tenemos que cumplir con metas y saber distribuir el tiempo. Generalmente, jugamos a la hora de almuerzo, entre la 1 y 3 de la tarde”.
Según Lizarralde, la filosofía es no sólo compartir los resultados de la empresa con los trabajadores, también buscar instancias diferentes de interacción. “Al menos tres veces a la semana se organiza un asado y es muy común que, después de trabajar, se queden tomando cerveza. Eso sí, cuando hay cumpleaños, armamos una fiesta”, finaliza.
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