Durante mucho tiempo se ha debatido si para vivir una vida larga influyen más los genes o el estilo de vida. Los estudios hasta ahora sugerían que ambos son igualmente importantes.
Sin embargo, una nueva investigación llevada a cabo con cerca de 500 centenarios encontró que la respuesta para una vida larga parece estar en los genes.
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El estudio comparó el estilo de vida de 477 personas, todos judíos asquenazí, de entre 95 y 112 años con el de otros 3.000 individuos de la población general nacidos durante la misma época.
Los resultados mostraron que aquéllos que han logrado una vida excepcionalmente larga comían tan mal, hacían tan poco ejercicio, consumían tanto alcohol y tabaco y tenían tanto sobrepeso como aquéllos que se habían muerto hacía mucho tiempo.
La investigación, llevada a cabo en el Instituto de Investigación del Envejecimiento del Colegio de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva, en Nueva York, forma parte del Proyecto de Genes de Longevidad.
Este proyecto intenta entender porqué la comunidad judía asquenazí -que desciende de un mismo grupo europeo y por lo tanto son más uniformes genéticamente que otras poblaciones- logra vivir vidas tan longevas.
Beneficios de la herencia
Los participantes respondieron a cuestionarios sobre su estilo de vida a los 70 años, y se tomaron mediciones de su peso y altura para calcular su índice de masa corporal (IMC).
Asimismo dieron información sobre su consumo de alcohol, hábitos de tabaco y actividad física, y si consumían una dieta de bajas calorías, baja en grasas o baja en sal.
Los científicos compararon esa información con los datos de 3.164 individuos de la población general que habían nacido en la misma época que los centenarios y que participaban en el Sondeo Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos.
Encontraron que en general, la gente con una longevidad excepcional no había llevado a cabo un estilo de vida más sano en términos de su IMC, tabaquismo, nivel de actividad física o dieta.
Por ejemplo, dicen los investigadores, sólo 27% de las mujeres centenarias y un porcentaje similar en las mujeres de la población general intentaban consumir una dieta de bajas calorías.
Entre los hombres, 24% de los ancianos consumían alcohol todos los días, mientras que en la población general la cifra era de 22%.
Y sólo 43% de los hombres centenarios dijeron llevar a cabo a cabo con regularidad actividad física de intensidad moderada, comparado con 57% de los hombres de la población general.
“En estudios previos de nuestros centenarios, identificamos variantes genéticas que ejercen efectos fisiológicos particulares, como provocar niveles significativamente elevados de colesterol HDL (el colesterol “bueno”), afirma el doctor Nir Barzilai, quien dirigió el estudio.
“Este estudio sugiere que los centenaríos quizás poseen genes de longevidad adicionales que los ayudan a protegerse de los efectos de un estilo de vida poco sano” agrega.
Los expertos afirman, sin embargo, que a pesar de que la genética puede beneficiar a algunos pocos individuos, los factores de estilo de vida siguen siendo de vital importancia para la mayoría de la población.
Tal como expresa el doctor Barzilai, “debemos vigilar nuestro peso, evitar el tabaco y ejercitarnos con regularidad porque se ha demostrado que esto puede tener enormes beneficios, incluida una vida más longeva”.
El estudio aparece publicado en Journal of the American Geriatrics Society (Revista de la Sociedad Geriátrica Estadounidense).
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