El embarazo y el parto son algunos de los factores que pueden gatillar el desplazamiento o caída de los órganos pélvicos a través del canal vaginal, cuadro al que se le llama prolapso genital. Sin embargo, expertos afirman que éstos no son los únicos factores de riesgo. También influyen otros como la genética, el aumento de la presión intra-abdominal por obesidad, tos crónica, esfuerzos físicos importantes (levantar pesos frecuentemente) o constipación con pujo crónico.
Según Octavia Ihnen, matrona de Red Salud UC especialista en uroginecología y piso pélvico, la explicación está en que cuando existen condiciones normales “los órganos pélvicos -la vagina, el útero y el recto- se mantienen en su lugar gracias a los músculos del piso pélvico. Pero cuando los tejidos que sostienen estas estructuras se debilitan o deterioran, los órganos pueden salir a través de la vagina”, asegura.
Y esto se produce mayoritariamente tras el embarazo, ocasión en la cuál el piso pélvico puede resultar dañado y/o debilitado. Es común encontrar a mujeres con signos de alteraciones del piso pélvico, como la incontinencia urinaria, que en la mayoría de los casos desaparece cuando estos músculos se recuperan, dentro de los 3 meses posteriores al parto. Pero cuando llega la menopausia, el escenario cambia totalmente. Tal como señala la especialista, en esta etapa “el organismo deja de producir estrógenos, una hormona que -entre otras funciones- ayuda mantener el tono de los músculos del piso pélvico, por lo que éste se debilita, aumentando así la probabilidad de re-aparición de la incontinencia o de aparición de otras alteraciones frecuentes como el prolapso genital”.
Para evitar pasar por este tipo de cuadros, que pueden involucrar a uno o varios órganos pélvicos, se recomienda efectuar un trabajo de prevención desde el embarazo, y no esperar hasta la aparición de los síntomas, ya que en ese momento los músculos pueden estar muy debilitados. En esta línea, varios centros clínicos han comenzado a utilizar programas preventivos. Octavia Ihnen, de Red Salud UC, menciona que “Nosotros estamos comenzando a aplicar un programa de prevención del daño perineal en las embarazadas, con el objetivo de ayudarlas a identificar y fortalecer la musculatura del piso pélvico, así como a trabajar la elongación y elasticidad del periné en pareja, para disminuir el riesgo de daño de estos músculos en el parto, para recuperarlos en el postparto”.
Solución sin cirugía
Cuando el prolapso ya se ha producido y provoca molestias importantes, los ejercicios de fortalecimiento suelen ser insuficientes para revertir el problema, por lo que se requiere otro tipo de tratamiento. Por años, la intervención quirúrgica fue la alternativa para estas pacientes. Sin embargo, muchas de ellas no podían someterse a una operación, ya sea por razones de salud o económicas.
“El peak de este problema ocurre después de la menopausia, es decir, a edades en que aumentan las enfermedades concomitantes y las contraindicaciones quirúrgicas.
Este problema suele ocurrir cuando la mujer ha pasado su etapa de menopausia, momento en el cuál resulta necesario buscar otras opciones para esta patología, que si bien no conlleva un riesgo vital, puede afectar seriamente la calidad de vida de la mujer.
Pero afortunadamente, este tipo de casos tienen una alternativa efectiva, no invasiva y de resultados inmediatos. Esa opción es el pesario, un dispositivo de silicona flexible que se inserta en la vagina, otorgando soporte a aquellos órganos pélvicos que han descendido, volviéndolos a su posición original.
“Las prótesis modernas están diseñadas específicamente para esta zona del cuerpo (por lo que el riesgo de reacciones adversas es muy bajo) y en la mayoría de los casos son una solución instantánea para quienes no tienen la posibilidad de someterse a una cirugía. También constituyen una alternativa para las mujeres que no han terminado su vida reproductiva y presentan un prolapso”, apunta la especialista.
Octavia Inhen- matrona de Red Salud UC.
Existen distintas variedades de pesarios, dependiendo de las características e historia clínica de cada mujer, así como del tipo de prolapso que presenten, entre otros factores. Los más comunes -indicados en casos leves o moderados- tienen forma de anillo, son compatibles con la vida sexual y pueden ser manipulados por la propia paciente. Los pesarios deben ser indicados por un ginecólogo o matrona entrenados en su uso. “No todos los profesionales de salud conocen estos dispositivos ni cómo se utilizan en cada situación particular. Por eso es importante que sea un especialista quien lo indique, que sea capaz de explicar a la paciente los detalles acerca de su uso, además de controlarla en forma regular”, finaliza Octavia Ihnen.
Pasos para iniciar el tratamiento
¿Cómo reconocer un prolapso? En un principio, se puede experimentar la sensación de peso en los genitales, pero el síntoma más claro es sentir, palpar o ver una masa que protruye a través de los genitales.
Para prevenirlo
- Mantener un peso saludable
- Evitar la constipación
- Buenos hábitos urinarios y defecatorios
- Tratar la causa de la tos crónica
¿Cuándo tratarlo? Octavia Ihnen recalca que el tratamiento a escoger debe tomar en cuenta varios factores, como por ejemplo, si la paciente desea tener más hijos, si mantiene vida sexual o si presenta (o no) síntomas asociados al prolapso. “Hay algunas mujeres que tienen un grado de prolapso, pero que no les provoca molestias y no les impide hacer su vida en forma normal. En estos casos, no es necesario intervenir”, concluye.
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