Recaer con el ex: No es tan malo después de todo

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¿Te ha pasado? Apostaría a que sí. Bueno, no escribía aquí hace un mes y en este tiempo me pasó a mí, tuve una recaída con mi último ex, al que no veía hace un año aproximadamente. Terrible. Después del “romántico episodio” pasé por sentirme tonta, pasé por no poder dejar de pensar él, pero finalmente encontré la calma y me di cuenta que estos encuentros son valiosos, ya les contaré el porqué. Aquí está mi historia.

George, 30 años, pero un niño, absolutamente inmaduro. Terminamos hace más de un año porque me puso el gorro, así de simple el fresco, y con una de mis amigas, también harto fresca ella, por darles a los dos un calificativo suave.

Me encontré con este personaje en pleno Providencia. Yo estaba de compras y sás, en medio de un mar de gente veo su cara sonriente, como si hubiese esperado ese momento toda su vida. Y bueno, me contagió su sonrisa, lo saludé amorosa y conversamos un minuto, el que corresponde por cortesía por su puesto. Pero cuando quise emprender mi retirada se ofreció a acompañarme, a toda costa, no encontré nada malo en eso y acepté.

Reconozco que me gustó verlo, que me gustó su insistencia, que me gustó que me mirara de esa forma.

La cosa es que seguimos caminando, comprando mis cosas y, luego, cuando ya me tenía que ir me invitó a tomar algo. Y no a cualquier lugar, sino que al restaurante donde nos dimos nuestro primer beso. ¡Chan!

Lo pensé. Sabía que si después le contaba a mis amigas me iban a retar, pero sentí ganas de ir, quise vivir la emoción, quise revivir el pasado… ¿Y les digo la verdad? Feliz de la vida. Con los ex hay confianza, uno ya se conoce, es natural pasar de un frío saludo a la complicidad absoluta en unos minutos.

Lo pasamos muy bien, comimos rico, tomamos un par de copas y conversamos de todo. Pero las miradas y esas risitas cómplices, decían mucho más. Y pasó lo obvio. Recaí.

Cuando nos despedimos me dijo que nos juntáramos en la semana, le dije que no. Me pidió el número  y le dije que no. Me sentí demasiado bien al decir esos “no”. En ese momento supe que lo pasé bien ese día, pero que él no era para mí. No es el hombre que quiero en mi vida.

Pero ya saben cómo somos las mujeres, al otro día no podía dejar de pensar en él. ¡Imagínense! Me puso el gorro y llegué a pensar en darle una segunda oportunidad, ¡estoy loca! Bueno, esta locura me duró sólo dos días, por suerte.

Y así de simple. No me sentí mal por la recaída, lo pasé bien y creo que me merecía ese momento, me merecía decirle que no, rechazarlo, que viera que para mi no fue más que un encuentro y chao, que no lo quiero para algo más. Me merecía recordar y ver que no es para mi, con la cabeza fría, sin sentimientos tan fuertes de por medio como cuando terminamos.

Creo que las recaídas no son tan malas, pero hay que enfrentarlas con decisión, no dejar que ese momento del reencuentro invada tu cabeza. En este caso me sirvió para ver que no me interesa ni un poco mi ex, pero en otros casos quizás nos sirvan para ver el gran partido que alguna vez dejamos ir y atrevernos a darle una segunda oportunidad a ese amor. ¿Qué opinan?

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