La capacidad de interactuar con los demás es esencial para la estabilidad de las redes sociales, la reproducción y la supervivencia de los mamíferos. Los humanos no son una excepción a la regla y aunque ser sociable o no es algo que se aprende en el día a día, científicos de la U. de Yale demostraron que la generación de más o menos neuronas durante la adolescencia sería crucial en la capacidad de un individuo para socializar con otro.
Aunque hace décadas se pensaba que los humanos nacían con una cantidad predeterminada de neuronas, hoy se sabe que éstas siguen formándose a lo largo de la vida en regiones específicas del cerebro después del nacimiento. Este proceso, denominado neurogénesis, ha sido ampliamente estudiado en el periodo embrionario y en la vejez, no así en la adolescencia.
Por eso, el equipo de Yale decidió explorar estas nuevas células cerebrales en ratones de diferentes edades. A través de una microcirugía cerebral, bloquearon la producción de nuevas neuronas en los roedores, en distintas etapas de sus vidas, lo que alteró sus niveles de ansiedad y memoria. Pero hubo un comportamiento que sólo se dio en aquellos que fueron intervenidos siendo adolescentes: dejaron de mostrar interés por realizar actividades con otros ratones e incluso, trataban de eludirlos. En otras palabras, se volvieron antisociales. No pasó lo mismo cuando la neurogénesis se bloqueó durante la adultez.
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