Dormir

Así debe ser una siesta para que sea beneficiosa para nuestra salud

Una neuróloga comparte algunas recomendaciones sobre cómo hacer para que una siesta no interfiera con los ciclos normales de sueño y se convierta en un hábito saludable.

Por Javiera Kessra

A pesar de que para algunos tomar una siesta no sea algo habitual, es un hábito vital para el buen funcionamiento durante el día. El ritmo del reloj biológico nos va marcando los horarios más apropiados para realizar ciertas actividades. Por ello, existen momentos a lo largo del día en los cuales nos resulta más fácil aprender, trabajar, estudiar o dormir.

La neuróloga de Clínica Vespucio, Dra. Evelyn Benavides, explica cómo una siesta muy larga o a horas cercanas a la noche, puede interferir con este itinerario cerebral y generar problemas para conciliar el sueño y advierte que “si la siesta es necesaria todos los días por períodos prolongados, podría ser síntoma de alguna enfermedad del sueño”.
Es por esto que lo ideal es mantener un horario lo más estable posible entre el día y la noche, y dormir siestas breves y ocasionales. “Deben durar máximo 40 minutos y terminar antes de las 16 horas”, agrega la especialista. De lo contrario, es posible generar cambios en el reloj biológico cerebral y empezar a confundir los horarios. “Esto dificulta la conciliación del sueño en la noche y aumenta las posibilidades de sufrir trastornos como el insomnio”, afirma la Dra. Benavides.
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Imagen gentileza: Freepik

Así debe ser una siesta

 Considerando la duración que debe tener una siesta, lo importante es adoptar medidas que nos ayuden a levantarnos y dejar de posponer la alarma. Por ello, las recomendaciones de la neuróloga son:
 – Establecer alarma para despertar.
– Dormir recostado sobre una cama.
– No cambiar la ropa por pijama.
– Mantener la pieza iluminada.
Estas condiciones disminuyen la posibilidad de extender la siesta y luego tener problemas para conciliar el sueño en la noche.

El cansancio después de almuerzo

Según detalla la especialista, “la atención y el aprendizaje en la mayoría de las personas tiene un máximo entre las 10-12 horas, y declina después de las 14 horas con un nuevo aumento a las 16”. Lo anterior se relaciona con la ingesta de alimentos, ya que la irrigación sanguínea y los procesos metabólicos cerebrales son menores a la hora de almuerzo, donde se privilegia la absorción de nutrientes en el sistema digestivo. Es por esto que nos cuesta retomar las actividades después del horario de colación, cuando la siesta se vuelve una tentación para muchos trabajadores y escolares.

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