Si es de aquellas personas a las que les cuesta quedarse dormida por la noche y a la mañana siguiente sienten como si no hubieran descansado nada, es hora de que tome un calzado cómodo y salga y camine unos 5 km/h tres veces a la semana. O ponga una música alegre y baile por 50 minutos, tres veces a la semana.
Un estudio realizado por científicos de las universidades de Oregon y Bellarmino (EE.UU.) que encuestaron a más de 2.600 hombres y mujeres, entre los 18 y los 65 años, reveló que los que hacían actividad física al menos 150 minutos a la semana mejoraron en un 65% la calidad de su sueño. Según el reporte de los participantes, el ejercicio no sólo les permitía dormir mejor, sino que, además, estar más alerta durante el día en comparación con los que tenían menor actividad física.
Publicado en la última edición de la revista Mental Health and Physical Activity, el estudio tomó en cuenta la edad, el Indice de Masa Corporal (IMC), el estado de salud, tabaquismo y depresión de los participantes para descartar la somnolencia producto de un factor asociado. Además, sometieron a cada participante a un acelerómetro, para confirmar si hacían o no la cantidad de ejercicios que reportaban y en qué intensidad.”Cada vez más, la evidencia científica muestra que la actividad física regular puede servir como una alternativa no farmacológica para mejorar el sueño”, dijo Brad Cardinal, profesor de Sicología Social y Actividad Física de la U. de Oregon y autor del estudio.
Aunque los científicos no sabe por qué el ejercicio puede mejorar el sueño, Cardinal dijo a La Tercera que una razón puede estar en la temperatura corporal. “Con la actividad física, el cuerpo aumenta la temperatura y se enfría después del ejercicio. En la medida en que el cuerpo se enfría, aparece la fatiga como parte de una respuesta natural. Cuando la gente duerme, también se enfría si se compara con los momentos en que está despierto”, indicó. Además, el cuerpo requiere tiempo para recuperarse del ejercicio, y es precisamente el sueño un período de recuperación natural del cuerpo.
Posibles razones
Jorge Cancino, doctor en Ciencias de la Actividad Física y miembro de la Sociedad Chilena de Medicina del Deporte, dice que aunque la ciencia no ha dado una explicación concreta a este vínculo, existe un consenso general de que la calidad del sueño mejora en las personas que se ejercitan. Dos trabajos anteriores, uno de la Universidad de Sao Paulo y otro de la Universidad de Northwestern, muestran que los adultos mayores con problemas metabólicos y con problemas de insomnio mejoraron la calidad de sueño con la actividad física. Uno de los artículos dice que sujetos con alteraciones metabólicas tienen peor calidad de sueño y que el ejercicio mejora el metabolismo de las personas, por lo que esa podría ser la relación. La actividad física también ayuda a reducir el estrés, otra de las fuentes reconocidas del mal dormir. “En el campo experimental con ratas, han encontrado que los animales con estrés y mal dormir exhiben un aumento de proteínas que bloquean los antioxidantes, por lo que parte de los disturbios del sueño podrían ser atribuidos a estrés oxidativo. En estos animales, el ejercicio logró atenuar el alza en estas proteínas”, dijo Cancino.
A la hora de decidir qué ejercicio realizar, Cardinal dijo que prácticamente cualquier tipo de actividad física, de moderada a vigorosa, se asoció con un mejor sueño. “La ventaja de nuestro estudio es que nos fijamos en la actividad física con una medida objetiva, un acelerómetro. La desventaja es que no sabemos exactamente qué actividad física realizaron”, señaló Cardinal. Una caminata de 5 a 6 kilómetros por hora, nadar, bailar zumba, son todos buenos ejercicios, según el investigador de Oregon.
Enzima podría ser cura para el insomnio
Pronto la pesadilla de no poder dormir encontrará la solución en una pastilla que, en lugar de drogas que provocan graves efectos secundarios, concentrará una enzima que ahora se sabe es clave en el ciclo sueño vigilia.
Investigadores de la U. de Boston hallaron una enzima que cuando está presente, activa el estado de vigilia y evita que las personas duerman. En un estudio con ratones, los científicos comprobaron que inhibiendo la actividad de esta sustancia química los animales podían dormir y pasar tanto por las etapas REM y no REM, ambas necesarias para un sueño reparador y saludable.
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