Juntarse con los amigos y compartir con ellos. Más que el dinero, las relaciones cara a cara es lo que hace más felices a los chilenos. Así lo revela el Primer Barómetro de la Felicidad realizado por el recién creado Instituto de la Felicidad de Coca-Cola, entidad que desde hoy comienza a funcionar en nuestro país con el fin de investigar sobre el bienestar de la población.
El sondeo -realizado a más de mil personas, entre 16 y 60 años, en ciudades del país- muestra que sólo el 46% de nuestra población se considera “feliz” o “muy feliz”, un índice “mediano”, según la filósofa y miembro del consejo del Instituto de la Felicidad, Carolina Dell’Oro, y que podría explicarse, dice, por la forma de ser de los chilenos: “Tendemos mucho a compararnos con el que está al lado y a tener altos niveles de desconfianza en los demás”, dos elementos que causan infelicidad, explica.
De hecho, un 29% se declara poco satisfecho con su vida. Una sensación que, sin embargo, poco tiene que ver con los bienes materiales o el dinero, según revela la encuesta. Es así como las personas encuestadas que pertenecen al estrato socioeconómico D (pobreza), son los que reportan mayores niveles de felicidad (56%) y menores de insatisfacción (9%). En la otra vereda, en el estrato C1 (con mayores ingresos), el 48% dice sentirse satisfecho y un 14% insatisfecho.
Para el director ejecutivo de “Un Techo para Chile” y miembro del consejo del Instituto de la Felicidad, Juan Pedro Pinochet, que el segmento D reporte mayores niveles de satisfacción con la vida es “alucinante” y podría explicarse en las relaciones humanas que cultivan. “La gente de los campamentos tiene relaciones con sus vecinos, crea un grado de pertenencia y participa del quehacer comunitario. Cuando no hay interacción con los otros, hay miedo de lo que pueda ocurrir, porque no conoces a los demás y eso te hace infeliz”, dice Pinochet. El experto agrega, sin embargo, que lo anterior no significa que las personas “necesitan tener cubiertas necesidades básicas para ser felices, como educación, salud, vivienda y seguridad”.
Vínculos reales
Pero no sólo en las personas de menores ingresos las relaciones humanas son cruciales para su felicidad. El barómetro muestra que existe una correlación entre quienes declaran sentirse felices y aquellos que reportan mejores relaciones personales con la pareja (88%), los hijos (84%) y los amigos (82%). No sólo eso: los más satisfechos con sus vidas son también aquellos que más se reúnen con sus amigos, hacen actividades fuera del hogar y privilegian las relaciones cara a cara.
En contraparte, los más insatisfechos son los que más navegan por internet, interactúan con otros en las redes sociales y duermen en su tiempo libre. Un dato que habla de mayor soledad y de la dificultad de establecer vínculos con otros. “Privilegiar el contacto cara a cara, el tener otro a quien mirar, a quien querer, no es lo mismo que tener una relación virtual”, dice Dell’Oro, quien agrega que el ser humano tiene la necesidad de crear vínculos, pero que eso no se da de forma espontánea y, por lo tanto, tiene que desarrollarse. “Es necesario enseñarles a los niños a crear vínculos y eso se hace, creando vínculos con ellos y que ellos vean cómo los adultos disfrutan de estas relaciones, un aspecto que hoy, al menos, es motivo de preocupación en la sociedad”, dice. De hecho, diversas investigaciones han demostrado que los menores de 30 años han perdido empatía y que esta incapacidad de reconocer las emociones en el otro se debe principalmente al uso desmedido de las redes sociales, el chat o los mensajes de texto en sus relaciones.
El barómetro también muestra que mientras más feliz se siente una persona con su vida, mejor salud emocional, relaciones sexuales y satisfacción con su tiempo libre tiene.
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