Las inseguridades sobre cómo criar a los hijos se presentan a lo largo de todo el proceso de crecimiento, y aunque algunos obstáculos se repiten en varias etapas, todas las edades tienen sus conflictos específicos. En conjunto con el especialista Alfonso Correa, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Clínica Alemana, desciframos algunos de los errores más comunes que suelen cometer los padres. Aquí, todas las soluciones para tener una crianza y convivencia amena con los hijos.
Primera etapa: 0 a 5 años
Los bebés entienden. A pesar de no hablar, lo que escuchan y perciben repercute en sus vidas, por lo cual los padres deben incluirlos como individuos en las actividades familiares. Uno de los principales problemas que manifiestan los adultos hacia los recién nacidos es creer que los niños no entienden, y por tanto ocultar cosas o hablarles en diminutivo o con un lenguaje demasiado infantil. Este es el primer error en la crianza. La aproximación a los bebés debe ser cercana y realista. Como explica el doctor Correa “generalmente los padres minimizan la capacidad de comprensión de los niños pequeños, entre 1 y 3 años”.
Además, por creer que no entienden, muchas veces se producen discusiones entre los padres en presencia de los hijos pequeños. La solución está en saber que cuando se está frente a un niño, hay que tomarlo en cuenta y que está absorbiendo el contenido verbal y no verbal que los adultos están expresando.
Otro problema característico de esta edad son las conocidas pataletas. Si bien en la edad normal no requieren de tratamientos, la forma de enfrentar a un niño con pataletas no es buscar que se controle, sino mantener la claridad del mensaje que se desea transmitir. Según afirma el especialista es importante “hacerle entender la situación que le produjo frustración y aceptar su descontrol sin intimidarlo, amenazarlo o descalificarlo, sino solo proteger de que no se haga daño o dañe a otros”.
Es en esta etapa cuando los padres deben ponerse de acuerdo en cómo guiarán el crecimiento de sus hijos, por lo que según Alfonso Correa, lo más adecuado en cuanto a los roles que cada uno de los padres debe cumplir, es que existan dos figuras que actúen de acuerdo a una línea similar “Que el niño pueda sentir y vivenciar un actuar coherente entre ambos padres”.
Segunda etapa: 5 a 10 años
Cuando los niños comienzan a crecer, inevitablemente los padres quieren que sus hijos se parezcan a ellos. El idealizarlos constituye el error más común en esta etapa, para lo cuál es recomendable que los padres entiendan que sus hijos son personas independientes y no una prolongación de ellos “frecuentemente tiene relación con el error de mirarlos egoistamente como una promesa de logro de nuestros propios intereses como padres y no desde lo que son ellos mismos”, afirma Alfonso Correa.
La tarea en este sentido está en hacer el esfuerzo de ayudar a los hijos a descubrirse a sí mismos, desde lo que ellos son personalmente y no desde lo que los padres pudieron ser.
TERCERA ETAPA: 10 a 13 años
Durante este periodo, es aconsejable aceptar que los hijos se enojen. “Como padre, no tengo por qué esperar que le guste que le ponga límites, ni que los acepte con alegría. Por otro lado es necesario estar presente incondicionalmente para favorecer la comunicación y construcción de su identidad”.
Durante este periodo los padres muchas veces tratan de sobreproteger a sus hijos tratándolos como guaguas, situación que para el experto no contribuye a su maduración. Producto de repetidas situaciones, los niños confían menos en sus cualidades y son más inseguros, cosa que puede llevarlos a desarrollar una personalidad más retraída, irritable, inquieta e incluso agresiva. “Mientras a un niño o joven más se le trate como guagua, más se comportará así, principalmente en lo que respecta a asumir lo que le corresponde a cada edad, responsabilidades y actitudes”.
En esta etapa los niños comienzan a descubrir por sí mismos el mundo a través de su círculo más cercano. Comienza el colegio, la relación con los amigos y una rutina nueva para ellos y su familia. Es en este momento en el que comienzan a hacerse preguntas, y los padres deben ser claros al manifestar sus posiciónes, por ejemplo, frente a la negativa en las peticiones del niño. Según el doctor Correa, “más que una explicación a sus negativas, lo importante es cumplir y ser consistente con lo que uno le dice a sus hijos”. Dependiendo de la edad y características de cada niño, estar convencido frente a una postura llevará a manifestar una posición sin enojo del menor.
Cuarta etapa: 13 a 18 años
Adolescentes, rebeldes y frecuentemente distantes a los padres, la etapa de la adolescencia es un periodo de descubrimiento de los jóvenes. En esta edad, las demostraciones de afecto quedan de lado y los padres muchas veces se equivocan creyendo que para manifestastar el cariño, es necesario ceder a las peticiones de los hijos. Expresar preocupación puede ser mediante la compañía, la celebración de sus logros y el respeto hacia sus decisiones.
QUINTA ETAPA: 19 a 24 años
La interrogante sobre cuál es la edad para suprimir las reglas si aún los hijos viven en la casa, para el especialista es simple, “Durante toda la vida”.
Es importante dejar que en esta etapa los hijos se equivoquen y confiar en que serán capaces de tomar decisiones solos, hacerse cargo de sus consecuencias, tanto para aceptar los errores y lo que hay que mejorar.
Esta además es una edad de cambios académicos, en donde lo recomendable es fomentarle a los hijos que vivan su propia vida. La forma de orientarlos hacia la búsqueda de su formación universitaria es teniendo la certeza de haberles entregado durante toda la vida afectos, valores y una amplia gama de oportunidades.
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