Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2020 los trastornos depresivos serán la segunda patología más prevalente en el mundo, y Chile integrará esta realidad. Hoy se está comprobando que las disfunciones familiares, el estrés, la soledad y los problemas de identidad son un importante foco de enfermedades psiquiátricas.
Las enfermedades mentales son el fiel reflejo de una sociedad, y en la medida que ésta cambia también lo hacen las patologías de este tipo.
Según el Dr. Andrés Heerlein, médico-psiquiatra recientemente electo como miembro de número de la Academia Chilena de Medicina, hay varios estudios que demuestran que nuestra sociedad ha cambiado profundamente en las últimas décadas, convirtiéndose en una sociedad más individualista, más concentrada en lo laboral, con importantes disfunciones familiares, desesperanza y nihilismo. Todo esto ha provocado un aumento de la prevalencia de varios trastornos mentales y de las tasas de suicidio. Pero también han cambiado los cuadros clínicos más prevalentes.
Mientras que en el pasado enfermedades como la Histeria eran más prevalentes en Occidente, hoy lo son la depresión, la adicción al alcohol y drogas y los trastornos por ansiedad. Dentro de estos últimos, uno de los más comunes son los trastornos de pánico. “En estos casos las personas sienten una angustia intensa y creen efectivamente que se van a morir, porque – pese a que físicamente están sanos – sienten que el corazón se les va a detener”, explica el Dr. Heerlein.
¿La persona nace o se hace enferma?
Si bien hay personas que tienen cierta carga genética que las hace más vulnerables a padecer un trastorno mental, son principalmente los factores externos los que influyen sobre las patologías. Por ejemplo, una persona sometida a un estrés intenso y prolongado puede sufrir una alteración biológica de sus neurotransmisores, culminando en un estado depresivo”, indica el médico electo de la Academia Chilena de Medicina.
Señales de alerta
La intensidad y tiempo de duración de un estado de desánimo y abatimiento son dos factores claves a la hora de saber si estamos frente a una depresión. “Si durante un periodo superior a las dos semanas la persona presenta una pérdida del interés en realizar las tareas normales de su jornada, tiende a aislarse y es incapaz de disfrutar con vivencias que antes le provocaban placer, podríamos estar frente a un cuadro depresivo”, detalla el Dr. Heerlein.
Factores contribuyentes
Numerosos estudios han demostrado problemas laborales, conyugales, familiares e individuales en el aumento de la prevalencia de las enfermedades mentales. Nuestra sociedad ha experimentado cambios profundos, entre los que destacan la mayor tasa de disfunciones familiares, los problemas conyugales, el estrés laboral y las múltiples presiones a las que estamos sometidos. El individuo no sólo padece el estado de estrés, sino que – en muchos casos – está sintiendo mayor angustia y mayor soledad. Esto contribuye a la formación de trastornos mentales o a conductas disfuncionales.
Internet como foco de enfermedades mentales
Hoy estamos pasando nuevamente por un proceso de cambio de las enfermedades mentales, el cual se está produciendo entre otros, por la irrupción de las comunicaciones virtuales en nuestras vidas. No cabe duda que la comunicación electrónica ha sido muy ventajosa, pero puede llegar a presentar problemas gravitantes para la salud mental.
“Se sabe que las personas que están demasiado tiempo on line pueden presentar un deterioro de algunas funciones cerebrales, como ciertas funciones de memoria y otras asociadas al lenguaje, lo que finalmente podría conducir a un trastorno psiquiátrico”, advierte el doctor. Además, el exceso de ‘comunicación’ en medios electrónicos puede producir, paradojalmente, mayor aislamiento, menos contacto humano, mayor ansiedad o sentimientos de insuficiencia. Incluso el Dr. Heerlein va más allá: “en aquellos casos en que la persona no puede estar satisfecha si no está ‘conectada’, podríamos estar frente una adicción”.
Otro de los trastornos que pueden ser provocados por la comunicación virtual son las confusiones de identidad, que se generan a partir de sitios como ‘second life’ u otras formas de representaciones virtuales. “En estos casos es posible que las personas lleguen a confundir las fronteras de su identidad real, lo que predispone a mayores problemas relacionales, laborales y mentales, sostiene el Dr. Heerlein.
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