La edición inglesa de la revista “Vogue“, entrevistó al diseñador italiano Giorgio Armani, quien vestido de oscuro y bronceado al extremo, entregó una ejemplar entrevista en la que destacó que entiende su trabajo como una auténtica forma de vida, y analizó su trayectoria desde el comienzo.
Armani, con 77 años, contó que su trayectoria siempre fue la opuesta a la tradicional, porque comenzó como empleado en La Rinascente, el más grande de los almacenes italianos, continuó como diseñador por cuenta propia y en 1975 inauguró su propio negocio.
“Primero fue el hombre y luego la mujer”, explicó el diseñador agregando que “yo quería vestirlas con chaquetas, como a ellos. Entregarles seguridad, sin que perdieran un ápice de su feminidad”, comentó Armani.
El la entrevista el diseñador da énfasis a que con el tiempo, la elegancia, rigurosidad y el clasicismo se convirtieron casi en una dictadura para las mujeres, y para él si la mujer no existiera, su vida sería “tremendamente aburrida”.
Por eso después de 36 años, esa misma mujer se convirtió en alguien mucho “más fuerte y autónoma”, a lo que Giorgio enfatiza “en los años 70, cuando comencé, viví la explosión del Prêt-à-Porter, el encuentro determinante del diseño con la industria. En aquella atmósfera sorprendente, me esforcé por llevar hasta el final ese nuevo concepto de democracia”, declaró el diseñador.
Armani confiesa que lo hizo pensando también en aquellas personas que deseaban sus vestidos, pero no podían adquirirlos por cuestiones económicas. Por lo que se convenció de que con líneas a precios asequibles también podía educar el buen gusto.
Así, el diseñador finaliza la entrevista asegurando que su “negocio obedece a una visión inquieta del mundo, a una cierta obstinación estética (…) Empezó intuitivamente y se convirtió en un placer; hoy es un negocio”.
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