Colegio San Ignacio Alonso de Ovalle
Lo fundaron un grupo de misioneros jesuitas provenientes de Buenos Aires. Fue en 1854 cuando se puso la primera piedra del edificio del colegio en un solar contiguo a la Alameda. El edificio de dos pisos albergaba a las clases y a la comunidad jesuita. En 1859 se integró una capilla que hoy ha sido declarada monumento nacional. Pero después vino algo más glorioso para el barrio y se construyó una gran iglesia en la esquina de las actuales calles Alonso de Ovalle y San Ignacio. El arquitecto italiano Eusebio Chelli la diseñó en estilo neoclásico. A finales del siglo XIX las dos torres se elevaron como dos manos implorando al cielo, invitando a los capitalinos a mirar hacia Dios.
Como antes.
“Los establecimientos históricos se constituían en la imagen visible de una institución destinada a la educación y la formación de personas en base a valores, principios y objetivos éticos, es decir, una verdadera filosofía de vida, y la arquitectura estaba al servicio de esta misión educativa e institucional, disponiendo para ello espacios diversos, amplios, severos, solemnes, serios, prácticamente sagrados, los que inspiraban un respeto absoluto y en general establecían una cierta distancia entre profesores y estudiantes”.
“Los antiguos conjuntos educacionales como el Colegio San Ignacio Alonso de Ovalle, el INBA y tantos otros que se construyeron en Chile a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, representan un momento de la historia cívica y republicana en la educación. Dicha connotación se refleja en la envergadura y en la magnificencia con que se concibieron estos establecimientos formativos y educacionales. La importancia señalada no sólo se verifica en términos de la solemnidad, el respeto y la sobriedad en el diseño de los conjuntos educacionales sino que también en el programa arquitectónico y en las superficies involucradas”, Jorge Atria, arquitecto especialista en Patrimonio Arquitectónico.
Rescate del pasado: “Convendría concebir hoy edificios cuya arquitectura invite a permanecer, a estimular el aprendizaje y fundamentalmente a pensar y a encontrarse con los demás en un ambiente de respeto”.
“Tal vez pensar el edificio como un espacio más humano, en el sentido de que facilite el intercambio, el encuentro, la reflexión y el desarrollo y búsqueda de conocimiento, más que la pura información”, suma Atria.
Instituto Nacional Barros Arana
Conocido como INBA es el baluarte de la educación pública chilena. El conjunto histórico de edificios se construyó en dos etapas: la primera, a cargo del arquitecto Victor Henry Villanueve, en 1880, ocupa todo el paño de terreno y define en planta la configuración que se mantiene hasta hoy. Edificado en albañilería simple es la de un edificio neoclásico con arcos de medio punto, estucos que simulaban piedra y entrepisos de madera. Luego, en 1929 se incorporan elementos de hormigón armado y en el edificio principal aparece el gran hall de acceso y se eliminan los entrepisos de madera. En términos de apariencia se realiza una ‘contemporanización’ del edificio que asume una cara premoderna o art deco. Esta es la última gran intervención y luego, en la década del 50, se incorpora la terraza en el patio de honor. Más recientemente, en el año 94, aparece un grupo de edificios de cuatro pisos de hormigón armado cuyo fin exclusivo es contener las habitaciones del internado.
“Los edificios públicos de educación deben ser muy seguros y resistentes al alto tráfico, al nulo mantenimiento y los desastres naturales (durante las emergencias -terremotos, inundaciones, incendios, etc.- se convierten en albergues temporales), en resumen su materialidad debe ser: muy durable y de escaso mantenimiento, ocupando la mano de obra y tecnología del lugar donde se construirá”, comenta el arquitecto Jorge Marsino.
Liceo Técnico Profesional La Florida
Está en La Florida y fue construido entre 2005 y 2007. Sus arquitectos, Jorge Marsino y María Inés Buzzoni, generaron recorridos continuos verticales transformando a este liceo en la primera experiencia de un establecimiento educacional de este tipo en Chile ya que incorpora el sistema de rampas en un doble “espiral” de recorridos, lo que los hizo recibir una mención especial en el Cuarto Compendio de Instalaciones Educacionales Ejemplares, organizado por el Centro para Ambientes de Aprendizaje Efectivos. El edificio principal genera un patio cubierto interior entorno al que se desarrollan los pasillos y puentes que reducen las distancias de interconexión y flexibilizan el uso de las circulaciones al concentrarlos en torno a los edificios servidos como el gimnasio.
En lo que estamos hoy
“La educación pública en Chile está experimentando un cambio de paradigma pasando de la educación basada en la enseñanza a la del aprendizaje. Los rasgos actuales de autosuficiencia e integración en la educación contemporánea implican una interrelación fluida de los espacios y una organización funcional flexible, así el proyecto arquitectónico debe establecer una continuidad narrativa de múltiples entradas y recorridos simultáneos”, sostiene el arquitecto Jorge Marsino.
“Todos los espacios se han diseñado como espacios pedagógicos. Las circulaciones son al mismo tiempo espacios de reunión y contemplación. Es decir, espacios mixtos, con lugares para estar o circular en forma individual o en grupos”, dice Teodoro Fernández, arquitecto a cargo de la construcción de la Scuola Italiana.
Scuola Italiana
Fue construida entre el 2007 y 2008 por los arquitectos Teodoro Fernández, Sebastián Hernández y Milva Pesce, usando hormigón armado, quiebrasoles de vidrio, piso de baldosas de mármol reconstituido y linóleo; que trabajan acorde con el paisaje, las vistas a la cordillera de los Andes y el valle de Santiago con una arquitectura que se integra utilizando diferentes escalas dentro de 24.000 m2 construidos.
“La realización de un edificio para la Scuola Italiana integrado a la geografía, a la ciudad y a la comunidad ha sido la idea matriz para esta propuesta. Acoger al niño y al joven proponiéndole un espacio que pueda colonizar y apropiárselo y donde al mismo tiempo encuentre las herramientas que lo ayuden a conocer y participar del grupo social como alumno de Scuola Italiana y como ciudadano”, comenta Teodoro Fernández.
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