La idea nos encanta y siempre estamos actualizándonos para saber si alguien encontró la forma de desarrollarla, pero no: hasta hoy no existe una solución mágica para bajar de peso. Hay, eso sí, tratamientos e incluso cirugías que ayudan en este tedioso proceso, pero los especialistas coinciden en que para adelgazar, la única fórmula exitosa es ser riguroso, hacer ejercicio y comer sano. Pero ¿qué respondería si alguien le dijera que no es su falta de voluntad, sino que existen rasgos de personalidad como su exceso de optimismo y amabilidad que está minando su camino hacia el cuerpo perfecto?
Por muy difícil que sea adelgazar, hay gente que logra la meta, pero son los menos: la aplastante mayoría fracasa en perder los kilos que no sólo arruinan su figura, sino también su salud. En EE.UU., por ejemplo, sólo un quinto de las personas que logran perder 10% de su peso logra mantener esa baja durante un año. En Chile, el doctor Gonzalo García, nutriólogo de la Clínica Dávila, señala que “existe concordancia en diversas investigaciones que sólo 20% de los individuos obesos sometidos a tratamiento médico mantiene una baja de peso de 10% o más luego de tres años”. Y es por estas desalentadoras cifras que se hace más necesario saber qué tienen de especial las personas que sí lo logran. ¿Perseverancia? ¿Fuerza de voluntad? Sí, son elementos importantes, pero aunque no lo crea, sus rasgos pueden ser su mejor arma o su peor enemigo a la hora de ponerse a dieta.
Así lo señalan recientes investigaciones, que se dedicaron a estudiar a quienes tuvieron éxito perdiendo peso. Una de ellas, conducida por el siquiatra C. Robert Cloninger, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, probó que si bien en la práctica la baja de peso se relaciona con múltiples factores, comportamientos como reducir las porciones de comida, evitar los productos con mucha grasa y ejercitarse regularmente están fuertemente motivados por facetas personales de cada uno. Para bien y para mal.
Por una parte, aquellas personas que necesitan más la aprobación social tienen dietas mucho más exitosas, pues le asignan un papel tan importante a la opinión que los demás tienen de ellos, que las ganas de parecerles atractivos los motiva a hacer los sacrificios necesarios para perder peso.
La autodirección, es decir, la capacidad de fijar las propias metas, aparece en este estudio como un aspecto que beneficia la pérdida de kilos en las personas. Sin embargo, lo que más determina este éxito, según Cloninger y su equipo, es la necesidad de probar cosas nuevas.
El estudio estadounidense, que involucró durante 22 semanas a 183 participantes del Programa de Manejo del Peso de la U. de Washington, llegó a la conclusión de que la necesidad de aventura es un factor gatillante para que las ganas de estar más delgado no prosperen. En el caso de las personas exitosas del programa, es decir, aquellas que lograron reducir en un 10% su peso, este rasgo tiene una puntuación de 17.6, mientras que quienes fracasan llegan a los 20.2 puntos en esta característica. Y, curiosamente, en contra de lo que cualquiera pudiera pensar, la perseverancia no tiene mucho que ver en el asunto, ya que la diferencia entre ambos grupos para esta característica es de apenas 0.4 puntos.
Patricia Tapia, psiquiatra de la Clínica Psiquiátrica de la U. de Chile, concuerda con este planteamiento, pues asegura que “no se puede perder de vista que nuestra personalidad moldea todo lo que hacemos, no sólo ponernos a dieta”, y que, por ejemplo, debido a una cuestión biológica, una persona con mayor tendencia a la depresión sentirá deseos más irrefrenables de comer dulces para suplir el déficit de serotonina a nivel cerebral.
Otra investigación, conducida en esta misma línea por el sicólogo clínico Hitomi Saito, de la U. de Doshisha, en Japón, reveló que la amabilidad, ese rasgo de la personalidad que siempre ha sido considerado como positivo, juega en contra de los kilos de más. Esto, porque las personas amables tienden a ser más empáticas y a enfocarse más en los demás que en sus propias necesidades, por lo que se vuelven incapaces, por ejemplo, de rechazar una invitación a salir o a juntarse con los amigos, actividades que, en muchos casos, implican una comida extra en el día.
Lo mismo ocurre con el optimismo. Según Saito, las funciones del optimismo se relacionan con el control de las emociones negativas y la capacidad de superar problemas al mirar el lado positivo de las situaciones. Pero el lado oscuro, cuando de perder kilos se trata, es que los optimistas suelen ser mucho menos preocupados de todo, lo que incluye enfermedades asociadas al aumento de peso. Esto, según el reporte, los predispone a caer en la tentación de comer y está en consonancia con estudios anteriores, que dan cuenta de que el optimismo está relacionado negativamente con la modificación del comportamiento para prevenir enfermedades.
Pero hay quienes salen victoriosos. Las personas poco amables y más neuróticas pueden caer mal en muchos espacios, pero son los ganadores de la batalla contra los kilos. Como a los primeros les importa menos la opinión del resto, rechazan visiones externas más amables sobre su peso y sus dietas, mientras que los segundos, preocupados excesivamente del riesgo de sufrir enfermedades, son capaces de realizar.
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