Hoy voy a escribir sobre uno de los errores más comunes que cometemos hombres y mujeres al conocer a alguien que “supera nuestras expectativas”. Tropezamos con nuestra mente o nos ponemos “barreras al éxito”.
El típico caso. Le diste tu número a alguien que conociste por unos minutos en una fiesta/junta/supermercado, hay “buena onda” y se gustan. Pero esto es distinto, ya que se trata de alguien que “supera tus estándares” (es más atractivo/encantador/exitoso/seguro/divertido que lo que acostumbras como pareja).
Todo bien hasta ahí, pero sin darte cuenta empiezas a pensar cuándo te llamará, qué te vas a poner, si podrás ser la que fuiste cuando se conocieron, etc.,
Y, cuando finalmente te invita a salir, te pusiste ultra nerviosa, empiezas a dudar de ti y ya no eres la mujer relajada que fuiste al conocerlo, empiezas a “tratar de impresionarlo” y terminas saboteándote a tener una mala noche, muy lejos de lo que esperabas. Le pusiste “barreras a tu éxito” y tropezaste.
Al extremo, es lo que te pasaría si Brad Pitt/Johnny Depp/George Clooney te conociera un rato y te invitara a salir en dos días más. ¿Podrías ser “tú” cuando él toque el timbre de tu casa?
Cuando lo conociste por primera vez, le gustaste y te invitó a salir. Claro, ya le contaste a algunas amigas y eres la envidiada, convirtiendo al hombre –inconscientemente- en un objeto, un pilar de tu autoestima, cuya validación no quieres perder. Y por eso tu mente no te va a dejar si quiera intentarlo y te jugará en contra, para que después racionalices porqué “estabas mejor sin él” o él “no era para tanto”.
Todos tenemos un concepto en nuestras mentes de cuánto (éxito/estatus/qué tipo de pareja) nos “merecemos” en la vida, o a cuánto tenemos derecho. Si nuestra calidad de vida (en el trabajo, en las finanzas, amor) repentinamente avanzara mucho más rápido de lo que nuestro sentido de realidad acostumbra, eso atentaría contra nuestra “zona de comodidad” (donde estamos ahora, nuestro sentido de realidad).
Como nuestros cerebros están diseñados para vivir en esa zona, y cada vez que salimos de ahí, crean razonamientos (“barreras de éxito”) para traernos devuelta donde “pertenecemos”. Este es un mecanismo de autoprotección del hombre desde que habita la Tierra, diseñado para evitar el dolor antes de estar expuestos a este (esto evita que muchos pidamos “ese aumento”, invitemos a salir a X, empecemos un negocio, etc.,)
A los cavernícolas les ayudaba a sobrevivir (si trataban de “ser ellos mismos” y seducir a la más atractiva, por ejemplo, el líder del grupo los podía matar), pero hoy no tiene sentido dudar de las acciones propias, aunque impliquen mayor nivel de éxito y salirse de la zona cómoda.
Próxima vez que Brad Pitt te toque el timbre y empieces a dudar de ti misma, acuérdate que es tu cerebro saboteándote y recuérdate que tendrás mayor posibilidad de éxito si te relajas y “eres tú”, ya que cuando actuamos genuinamente, sin tratar de impresionar, es cuando más valor entregamos a los demás.
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