Hace un mes, nació el primogénito de Meghan Markle y el píncipe Harry, Archie Harrison Mountbatten-Windsor, quien ocupa el séptimo lugar en la línea de sucesión de la familia real.
Con la llegada del bebé, los duques de Sussex debían encontrar una niñera que, a pesar de que en su momento la pareja no descartaba la opción de que pudiera ser un hombre, esta fue una mujer, quien ganaría un sueldo anual de 89 mil dólares, es decir, más de 60 millones de pesos chilenos, según The Daily Express.
Sin embargo, después de apenas dos semanas de trabajo, la niñera decidió renunciar a su trabajo por “diferencias irreconciliables”, informó la prensa británica.
Y es que, al parecer, el carácter “controlador” de Meghan habría gatillado la renuncia de una de las tres niñeras. “Quiere tener el control de todo. No permite que nadie se quede a solas con Archie, e ignora cualquier tipo de ayuda”, reveló una fuente cercana al sitio antes mencionado.
Incluso, aseguran que no deja que ni su madre, Doria, se acerque a su hijo. Pero esto no es todo, ya que, según informaron al medio citado, Meghan “exigen que su bebé no esté nunca solo y tienen que dedicar cada minuto a vigilar a Archie”.
La niñera se suma a la lista de otros tres empleados que han optado por dejar de trabajar con los duques. Primero fue un guardaespaldas y, posteriormente, dos asistentes, consignó el sitio E!
Pero ¿qué le ocurre a Meghan?
La psicóloga infanto-juvenil y femenina, Varinia Signorelli, explica a Biut que las decisiones como las que tomó Meghan Markle, debemos normalizarlas, y que su actitud se podría justificar debido a que “cuando nace nuestra guagua y, físicamente, somos capaces de conectarnos con las necesidades del recién nacido, es un instinto mamífero querer hacerse cargo del bebé sin que medien más personas que el entorno más cercano, porque es un periodo en que estamos conociéndonos y en el que necesitamos esta conexión para saber cuáles son las señales y poder responder a sus necesidades”, afirmó.
“Esto ocurre gracias a las hormonas que durante el parto se ponen en juego, es como natural que ella tenga esa sensación. Creo que la niñera no es el problema, es esta necesidad real que tienen las mujeres de, muchas veces, no tener el contacto con la gente más allá del núcleo cercano, no querer salir, no ver a la familia, pasar tiempo con la guagua, en la casa, y eso también tiene que normalizarse, sin desmereces a las que sentimos algo distinto o que necesitamos ayuda”, agregó.
Finalmente, la especialista asegura que lo que “Meghan está pidiendo es simplemente intimidad con su bebé y tener el espacio para vivir este momento tan personal, lo cual es absolutamente beneficioso”.
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