Guía para diagnosticar alzheimer identifica dos nuevas etapas de la enfermedad

Por Biut y Agencias

En los últimos años, la investigación médica sobre el alzheimer ha tenido algunos avances. Así sabemos, por ejemplo, que tomar alcohol y fumar en exceso adelantan hasta en cinco años la aparición del mal, mientras el consumo de cafeína y antiinflamatorios la retarda. Además, se conoce una decena de genes ligados al desarrollo de la enfermedad.

Estos conocimientos no existían en 1984, cuando se publicó la primera guía clínica para el diagnóstico del alzheimer. Ahora, el Instituto Nacional de Envejecimiento de EE.UU., junto con la Fundación Alzheimer, presentó la primera actualización de esta guía, 27 años más tarde.

Mientras la primera edición establecía que la enfermedad tenía una sola fase, cuando los pacientes ya presentaban severos problemas cognitivos y perdían su autonomía, el nuevo documento plantea la existencia de dos etapas que anteceden a este estado.

La primera es la fase preclínica, en la cual no se presentan síntomas visibles, pero donde ya se están produciendo transformaciones en el cerebro, como la acumulación de placas de beta amiloides en las neuronas. En estos casos, la guía recomienda la realización de exámenes, como tomografías y análisis de líquido cefalorraquídeo para detectarlo, aunque sólo con fines de estudio, pues aún no está claro cuál es la probabilidad de que la enfermedad vaya progresando en estas personas.

La segunda fase del mal de Alzheimer es identificada como deterioro cognitivo leve, una condición en la cual las personas presentan problemas de memoria, pero aún mantienen la capacidad de realizar todas sus actividades diarias por sí mismas. En estos casos, la guía recomienda medir los niveles de beta amiloides y proteína Tau en el líquido cefalorraquídeo, dos marcadores del mal, además de aplicar resonancia magnética funcional, para determinar posibles atrofias en el cerebro. Estudios previos han demostrado que en esta etapa la corteza cerebral se adelgaza y los surcos que la caracterizan se profundizan.

Así, la demencia de Alzheimer es el último estado de la enfermedad, cuando los pacientes no sólo sufren pérdida de memoria, sino también problemas para razoner, para hablar y para orientarse. Estos síntomas se expresan cuando la enfermedad ya lleva 10 años de silencioso desarrollo. Un diagnóstico que resulta tardío, según explica Pedro Paulo Marín, geriatra del Hospital Clínico UC: “Es como ver sólo a los infartados y yo quiero ver a quienes tienen dolor de pecho o a quienes tienen sus arterias obstruidas con placas de colesterol”.

El objetivo, según Marín, es poder abordar la enfermedad en etapas previas, lo cual podría ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes en la actualidad. En el futuro, también podría permitir la aplicación de fármacos que detengan o, incluso, reviertan su avance.

Una de las promesas en este campo es la terapia con un antiinflamatorio para la artritis reumatoide, creada por el Instituto de Investigación Neurológica de California. Su inyección en la nuca restableció las funciones cognitivas en personas que sufrían la enfermedad.

ANUNCIOS

COMENTAR

Se prohíbe expresamente la reproducción o copia de los contenidos de este sitio sin el expreso consentimiento del Grupo Copesa.
Grupo Copesa