Pocas mujeres sospechan que síntomas como abortos espontáneos recurrentes, dismenorrea (dolor menstrual) o dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales) podrían estar asociados a una malformación uterina, cuadro que afecta alrededor del 1% de la población general, pero que aumenta al 10% entre las mujeres con problemas de fertilidad. Para conocer de este interesante tema, en Biut conversamos con el doctor Andrés Lehuedé, residente de Obstetricia y Ginecología en Red Salud UC, quien explicó cómo proceder frente a este tipo de situaciones.
Para comenzar, el especialista afirma qué son realmente las malformaciones uterinas. “Estos defectos en la formación del útero, se producen en la vida intrauterina. Sólo un tercio de las pacientes con esta alteración tiene problemas de fertilidad y el resto puede embarazarse sin mayores intervenciones. Por lo tanto, estas malformaciones no son sinónimo de infertilidad, pero sí aumentan el riesgo de aborto, aborto recurrente y pérdida reproductiva del segundo o tercer trimestre”, explica el doctor.
En un tercio de los casos, esta anomalía se asocia a endometriosis (aparición y crecimiento del tejido endometrial fuera del útero), un cuadro que también puede afectar la fertilidad. “Es más común cuando hay un útero en retroversoflexión, es decir, inclinado hacia atrás. Esta posición favorece la salida de la menstruación fuera del útero, hacia la cavidad abdominal, lo que provoca dolor y puede derivar en endometriosis”, señala el doctor Lehuedé.
Malformaciones: Tipos y sus distinciones
Existen diversos tipos de malformaciones uterinas o anomalías müllerianas, que van desde la ausencia de útero hasta alteraciones en su anatomía (como el llamado “útero bicorne”, que tiene una forma parecida a un corazón).
Sin embargo, el profesional sostiene que el único que realmente se debe tratar es el septado, un tipo de útero que tiene un tabique en su interior y que se asocia a abortos recurrentes, partos prematuros y a menor reproducción. “En las pacientes con infertilidad de causa desconocida en que se detecta este defecto, se puede realizar una operación (por histeroscopía) para resecar el tabique y con ello se aumenta la probabilidad de tener un embarazo a término y disminuir la de aborto recurrente”, apunta.
En cambio, hay otro tipo de alteraciones, como el didelfo (útero con dos cavidades totalmente diferentes) que no es necesario tratar. “Antes, a estas pacientes las operaban para unir ambos úteros; era una intervención bastante compleja, pero no mejoraba el éxito reproductivo. Hoy en día se ha visto que, si bien estas mujeres tienen más riesgo de abortos, sí pueden tener hijos, que se desarrollan en una de las cavidades del útero”, explica el profesional de Red Salud UC.
Detectar y tratar
El doctor Lehuedé indica que el cuadro clínico se sospecha por los síntomas mencionados, pero el diagnóstico se efectúa mediante imágenes. “Lo primero es hacer una ecografía, un examen rápido, de bajo costo y con un 70% de sensibilidad, aunque no permite determinar qué tipo específico de defecto se trata. Por eso, es recomendable complementarlo con una ecografía 3D, que tiene mayor precisión en ese sentido y que está disponible en Red Salud UC”. La resonancia magnética también es una alternativa, pero se reserva para casos específicos, por su elevado costo, comparada con la ecografía 3D. Dependiendo del tipo de malformación, se decidirá si es necesario realizar una intervención quirúrgica.
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